El llamado macrista a la “unidad nacional”: ¿A cambio de qué?
Por:
Johana Gómez.
Referente provincial del PTS / Frente de Izquierda.
El operativo de “unidad nacional” orquestado por el gobierno de Macri tiene como base ejes programáticos fundamentales para darles garantías al FMI, a los especuladores financieros y al gran empresariado de que se seguirá avanzando en el ajuste contra la totalidad del pueblo trabajador y en el saqueo de las riquezas nacionales.
No es casualidad que todas las cámaras patronales salieron inmediatamente a celebrar un posible acuerdo de esas características. Lo mismo hizo la cúpula de la Iglesia Católica, luego de haberse reunido con el Papa Bergoglio, bajo el silencio cómplice de la burocracia sindical traidora y entreguista.
Macri convocó – en primer lugar – al peronismo, la fuerza política que le garantizó todas las leyes en el Congreso Nacional y aplicó las recetas del ajuste cambiemita en las provincias donde gobiernan.
Los rechazos cosméticos a la convocatoria por parte de Sergio Massa y Roberto Lavagna no son más que pura disputa electoral, ya que ambos acuerdan con el macrismo en lo esencial, a saber: mantener al Fondo Monetario Internacional dominando la economía nacional y seguir pagándole la deuda a los especuladores.
Una posición similar adelantó el kirchnerismo – el rostro “progre”del ajuste peronista que se vendrá en caso de que Cristina Kirchner gane las elecciones presidenciales – a través de sus voceros como Alberto Fernández, mientras que Daniel Scioli ya salió a apoyar abiertamente esta iniciativa del macrismo.
Más allá de todo este circo mediático electoral, es evidente que el programa propuesto por el gobierno nacional para ser acordado con peronistas, empresarios, burócratas sindicales y obispos es un verdadero y más profundo plan de ajuste contra la clase trabajadora y los sectores populares, que responde lisa y llanamente a las exigencias del FMI.
Esto es así porque el gran problema de la economía argentina es la crisis de una deuda que es tan impagable como fraudulenta e ilegítima. Por eso, Macri y compañía quiere una foto en la Casa Rosada donde todos los opositores acuerden con él que hay un compromiso de seguir rindiéndole pleitesía a los especuladores financieros internacionales.
¿A cambio de qué? Lógicamente, a cambio de la pobreza e indigencia de millones de personas; de que los sectores empresariales hagan lo que quieran con la vida y el trabajo de cientos de miles de familias que han quedado en la calle producto de suspensiones, despidos ilegales y cierres de empresas, tal como está sucediendo en Santa Fe con las familias trabajadoras de Electrolux, en Mendoza con las trabajadoras y los trabajadores de La Campagnola, y en San Luis con las despedidas y los despedidos de Dánica; y de que miles de estudiantes tengan que decidirse entre estudiar o comer, y que miles de jubiladas y jubilados tengan que elegir entre alimentarse o comprar sus remedios.
Para la izquierda, no hay acuerdo posible.
Así lo manifestó Nicolás Del Caño, pre-candidato a Presidente de la Nación por el Frente de Izquierda y los Trabajadores: “desde el PTS/FIT no participamos de ningún tipo de acuerdo a espaldas del pueblo, ni con el gobierno nacional que está llevando a la ruina a la Argentina luego de haber puesto al FMI al mando de la economía, ni con el peronismo que le votó todas las leyes y plantean seguir bajo los mandatos de Lagarde”.
En ese acertado y realista sentido, la izquierda plantea una salida política propia de la clase trabajadora, a saber: poner fin al régimen del FMI y sostener un plan económico y una re-organización integral del país completamente opuestos al que se puso en discusión en el decálogo macrista, cuya prioridad sea la defensa de la vida, el trabajo, la salud, la educación y la vivienda del pueblo trabajador.
Tales bases solamente podrán construirse mediante una Asamblea Constituyente, Libre y Soberana que discuta las medidas de emergencia necesarias para satisfacer las necesidades apremiantes de la población trabajadora, promover una transformación del país sobre nuevas bases sociales, hacer pagar la crisis a los capitalistas y a la casta política que los representa, y lograr – en ese camino, con grandes movilizaciones y la huelga general – un gobierno de la clase trabajadora y los sectores populares.
Esta es la única salida realmente democrática y de emergencia ante la crisis.