Añejos camiones, colectivos, carros, tractores, motos autos clásicos, modernosos bicicletas y peatones conviven en un mismo espacio pero a distintos ritmos. Si bien el exceso de velocidad es una de las causas más importantes de incidentes viales, también lo es el abarrotamiento de la fluida circulación. Cada medio de transporte requiere de una lógica de movilidad determinada. Asimismo, el escaso mantenimiento de las calzadas y de los vehículos -muchos de ellos sin la necesaria habilitación y verificación técnica- son también importantes elementos que suman riesgo a la movilidad.
En nuestro país, además de los problemas asociados a la existencia de camiones, también transitan las rutas micros obsoletos y deteriorados, que circulan sin las mínimas condiciones de seguridad. También los carros tirados por caballos resultan frecuentes en el paisaje urbano, sin identificación alguna y en situación de precariedad extrema. En tal sentido, la presencia activa del gobierno local en la regulación de estas cuestiones resulta altamente primordial.
Además de este conjunto de medios de transporte, en las pequeñas ciudades la utilización del ciclomotor ha irrumpido para favorecer muchos desplazamientos diarios de recorridos reducidos, instalándose como una alternativa a la movilidad tradicional. Su agilidad en el recorrido, la facilidad de estacionamiento y su bajo consumo impulsaron la masificación de su uso. Sin embargo, el municipio no ha ejercido aún un estricto control sobre la forma en que son utilizados: mayormente circulan sin licencia y sin casco, por ejemplo. Dado su crecimiento exponencial, deberán implementarse políticas activas para su regulación y fiscalización.
El Director Ejecutivo de la Agencia Nacional de la Seguridad Vial, no considera que falte compromiso por parte de la ciudadanía sino una mayor concientización: persiste aún la idea que “a mí no me va a pasar”. En esa línea, la creación de la Agencia marca la decisión política de articular los diferentes organismos del Estado -educación, infraestructura, ingeniería, salud- con el conjunto de la sociedad mediante la conformación de un Comité Consultivo.
En sintonía con la necesidad de políticas que generen conciencia, existe un “Triángulo Accidentológico” que posiciona al “factor humano” en más de un noventa por ciento como causante de los accidentes. Se agrega que al individuo se lo debe sensibilizar sobre la movilidad segura y, luego, controlar para que no genere riesgos. Esto implica la responsabilidad de los intendentes para revertir la situación actual de “amiguismos” entre autoridades e infractores. Al respecto, algunos municipios han incorporado agentes de tránsito o jueces de faltas externos al distrito.
Desde esta perspectiva, para abordar similares conflictos de siniestralidad vial instalados en el programa de seguridad vial, sería interesante tener más información sobre, si es que lo hubiere, el Plan Estratégico que tiene San Luis y qué metas plantea.
Así mismo, parece evidente que el mayor causante es el mismo conductor, debido a distracciones e imprudencia, también es necesario repensar un poco el panorama, veamos porqué.
Cuando autopistas, carreteras, avenidas y calles carecen de una adecuada planificación también se fomenta el aumento de accidentes, por ejemplo, al no tener un alumbrado la visibilidad de conductores se afecta en las noches. Si a esto se le suman los constantes baches y la falta de señalamientos es inevitable que un accidente suceda.
Los pasos a nivel como rotondas, se construyen con piezas poco ortodoxas que no siempre se acoplan dejando huecos o bordos que en temporada de lluvias se convierten en baches, incluso son comunes las curvas sin peraltes
En comunidades y barrios en desarrollo, como en la zona Sur de nuestra querida San Luis, es común que se construyan calles y avenidas sin drenaje que en el largo plazo equivalen a un doble gasto, la construcción debe retirarse para colocar el alcantarillado, la saturación y falta de mantenimiento del mismo propicia un inadecuado aglomeramiento de agua que contribuye a los incidentes viales antes, durante y después de la lluvia.
Lo anterior significa que una persona, por conducir en una vía ya tiene 20 por ciento de posibilidades de accidentarse, hecho que se incrementa si esto ocurre en la noche. Lo más crítico es que no se debe a una distracción como lo hacen ver las estadísticas oficiales, es por una inadecuada planificación y elaboración del sistema vial.
En conclusión, La educación vial es necesaria, pero no suficiente para disminuir los incidentes o accidentes de tránsito, se requieren otras acciones, como modernizar el mobiliario urbano y dotar con éste a las vías carentes del mismo; crear un inventario de avenidas, calles y banquinas que describa la infraestructura y sus insuficiencias; así como diagnosticar los requerimientos de peatones para conocer las necesidades, perspectivas y problemáticas viales.