La muerte de un detenido en la Penitenciaría de Saán Luis, producida ayer, revela el descontrol que existe no solo en la órbita del Ministerio de Seguridad, sino también en todo el gobierno provincial, que se encuentra dedicado exclusivamente a tratar de satisfacer los apetitos electorales de los hermanos y han dejado a la deriva a más de quinientos mil sanluiseños que carecen de conducción institucional. Estamos abandonados a nuestra suerte por nuestros propios gobernantes.
Desde Hacienda ejecutan descuentos anticipados a los contribuyentes acogidos a las moratorias de los impuestos provinciales, porque las cuentas siguen rojo; desde Ciencia y Tecnología apuestan todas sus fichas para tapar los delitos electorales cometidos en la campaña electoral pasada y para cubrirse de la que se viene. También algo tienen que ver con el hackeo de páginas de noticias que no le son afines; desde Educación brindan los peores ejemplos de conducta ética hacia los niños, jóvenes y adolescentes y el gobernador compara a la malograda Spinuzza con Sarmiento; desde Salud ensayan mentiras respecto de la provisión de medicamentos, las que fueron desmentidas de inmediato; desde Seguridad protegen a los poderosos amigos del mismo poder con grandilocuentes operativos policiales, mientras en las cárceles puntanas se suceden los hechos descontrolados que nuevamente llevan a la muerte de uno de sus internos. Otro actual ministro, pronto tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados por haber exigido la firma de la renuncia antedatada a varios jueces provinciales. Otro ministro se esmera en proteger los negocios familiares cuando miles de usuarios dejan de cubrir necesidades elementales para pagar las facturas del gas y de la luz. Otros recientes opositores, ponen sus cónyuges al servicio del “control” de los dineros públicos, luego del vergonzoso “perdón” de Estela de Carlotto al escribiente-delator al genocida Massera. En ese contexto de desequilibrios constantes, los responsables del poder provincial se afanan en sus intrigas y peleas familiares que ya debaten la sucesión familiar en el trono de Terrazas del Portezuelo, pues en la línea patológica que les es propia, se ilusionan con mantener eternamente el poder por el poder mismo.
Un desentendido Adolfo camina por los senderos del Potrero como si nada pasara y todo estuviera solucionado y un delirante Alberto peregrina por los estrados kirchneristas en búsqueda de su quimera: ser candidato presidencial. Pero la provincia se hunde mientras sus patrones deambulan y hacen cruces para que no salte a la luz los negociados que siempre hicieron con la obra pública y que forman parte de las causas, amañadas o no, que tramitan en Comodoro Py.
El único propósito que persiguen es mantener el grupo económico más poderoso que registre la historia provincial, construido desde las esferas del Partido Justicialista de Saán Luis y trasladado a la estructura gubernamental.
El abandono de persona seguido de muerte por el que deberán responder las autoridades penitenciarias y el titular de la cartera de Seguridad por el fallecimiento de un detenido al que literalmente dejaron morir, tristemente ya tiende a convertirse en el abandono serial en el que incurren los hermanos respecto del gobierno provincial. Abandonaron el gobierno y nadie sabe quién conduce el timón. Menos aún, hacia dónde vamos.