El presidente Macri pretende instalar la falsa idea de que en la crisis el “esfuerzo” lo hacemos entre todas y todos. Pero, cada semana anuncia nuevas medidas para garantizar los negocios de los grandes empresarios, profundizando el ajuste sobre el pueblo trabajador.
La semana pasada, Mauricio Macri declaró desde la Provincia del Chaco que “todos los argentinos están poniendo el hombro. Por eso, les pido a los dirigentes que en vez de plantear soluciones mágicas frente a las adversidades, que cada uno diga desde su lugar qué va a hacer para ayudarnos a recorrer este camino”.
En el mismo discurso, también ensayó excusas para explicar la crisis económica que vive el país: “si nos aumentan las tasas de interés, si aumenta el valor del petróleo, si nos agarra una sequía en todo el país, son cosas que no podemos manejar”.
Pero, detrás de estas palabras, se oculta una operación mediática y política. La operación tiene que ver con presentar a la crisis como algo inevitable (una especie de desastre ecológico y/o natural) no sólo para esconder la responsabilidad de su propio gobierno y el fracaso de todas sus promesas, sino también para intentar convencer de que no hay soluciones “mágicas”, y que por lo tanto, lo único que cabe es predisponerse a sufrir las consecuencias y que pase lo más rápido posible.
Más allá de la estricta intencionalidad política para deslindar responsabilidades, ese discurso encierra también el intento de otro engaño. La mencionada “adversidad” no es igual para todos los sectores. En toda crisis, hay ganadores y perdedores.
Las primeras semanas de julio han sido ricas en definiciones en ese sentido. Una de las más importantes, fue la confirmación a las patronales del campo de que se seguirán bajando las retenciones a la soja. Entonces, mientras la clase trabajadora (perdedora) seguirá sufriendo inflación y despidos, los grandes propietarios terratenientes del país (ganadores) seguirán amasando fortunas sin avizorarse, claro está, ningún “esfuerzo patriótico” en el horizonte por parte de ellos.
Por otro lado, el nuevo funcionario de Macri, a cargo del muy bien llamado “Ministerio de los Tarifazos”, Javier Iguacel -reemplazante de Juan José Aranguren- confirmó que donde sí habrá un “esfuerzo” para reducir el déficit fiscal será en las tarifas de los servicios públicos, con nuevos incrementos en septiembre y octubre. Dicho esto, no hace falta aclarar que los sectores más humildes (otra vez, perdedores) están siendo llamados a ponerle el hombro a esta “patriada”. Como adelanto, hablando de energía, subieron en los últimos días los precios de las naftas, lo cual repercute sobre la inflación de toda la economía.
Las que también festejaron, alentadas por los anuncios de Nicolás Dujovne (Ministro de Hacienda) son las empresas energéticas (otra vez, ganadoras) con una importante subida de sus acciones en la bolsa porteña el pasado miércoles, después de muchos días de volatilidad e incertidumbre. Para quienes lo ven desde el otro lado del mostrador, todo esto no es más que leña al fuego para una economía que en junio tuvo su mes récord de inflación del año, estimada en más de 3 %, e incluso cerca de un 4 %, según los cálculos de algunas consultoras.
Para redondear, el gobierno nacional también dio a conocer un documento con los principales lineamientos del proyecto de Ley “Presupuesto 2019”, hecho a pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI). El mismo garantiza que seguirán los negocios de los especuladores financieros (más ganadores) a la vez que confirma también lo acordado con el organismo respecto de un monumental ajuste fiscal, con el objetivo de enfriar la economía para “solucionar” así la escasez de dólares. ¡Vaya manera de celebrar un nuevo aniversario de la “Independencia” argentina!
Es así que en los próximos meses no sólo tendrá lugar una alta inflación, sino también un escenario de estancamiento económico, con más despidos y suspensiones, como ya se comenzó a ver en distintas empresas, tanto privadas como estatales. Como consecuencia de ello, lo que no ha podido evitar el macrismo es la alta impopularidad de sus medidas que, dicho sea de paso, le están provocando serios cuestionamientos a su plan de reelección para las presidenciales del año que viene.
¿Soluciones mágicas, ilusas soluciones o alternativas reales?
Cuando Macri habla de las “soluciones mágicas” frente a la crisis, lo hace sabiendo que las distintas variantes del peronismo no tienen en lo esencial un programa alternativo. Ningún sector del peronismo está dispuesto a afectar los intereses de los grandes empresarios en caso de llegar a la Casa Rosada en 2019, lo cual sería la única alternativa o medida realista para evitar que la crisis la sigan pagando los trabajadores y los sectores populares.
Más aún, constituyen una oposición bien dispuesta a seguir dando «gobernabilidad» para que la administración cambiemita siga y profundice el ajuste. Quien una vez más fue bastante explícito al respecto, fue el Senador Nacional Miguel Ángel Pichetto, que salió rápidamente a ofrecerse para consensuar una de las leyes fundamentales que necesita el macrismo para continuar su plan de ajuste, la del “Presupuesto 2019”. Ni hablar del mejor amigo puntano de Macri en el Congreso Nacional, Adolfo Rodríguez Saá, quien siguiendo la línea “oficial” del PJ y como buen peronista, siempre estuvo, está y estará dispuesto a darle una mano parlamentaria a la presidencia.
Aun así, es notorio que sigue habiendo quienes (como Alberto Rodríguez Saá y/o los dirigentes del kirchnerismo) buscan fomentar la ilusión de que la salida a la crisis pasa por un frente electoral (“Frente Anti-Macri”, le llaman) de todas las variantes políticas opositoras para las próximas elecciones.
Sin embargo, lejos de ser una ilusión y lejos de hacer un frente electoral con aquéllas fuerzas políticas que le dan “gobernabilidad” a “Cambiemos”, la verdadera salida a la crisis actual está en las calles. Por eso, la izquierda -con su sindicalismo combativo- le sigue exigiendo a las centrales sindicales que el último paro nacional continúe en un plan de lucha nacional que llegue hasta la huelga general activa para derrotar el plan de ajuste.
En la lucha (real) para que no sea otra vez la clase trabajadora quien pague la crisis, está planteado pelear por medidas elementales como el rechazo a los despidos y suspensiones; en los sectores que aducen crisis, el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, sin afectar el salario, y la ocupación y gestión obrera de toda empresa que cierre o despida masivamente, en la perspectiva de su estatización bajo control obrero; la reapertura de paritarias salariales, luchando por un salario igual a la canasta familiar que se actualice por inflación; la anulación de los tarifazos y estatización bajo gestión de trabajadores y control de usuarios populares de las empresas privatizadas; el fin de la precarización laboral, con el pase de todas y todos a planta permanente; el no pago de la deuda a los especuladores; la nacionalización de la banca y el comercio exterior contra la fuga de capitales; entre otras medidas de un programa político cuyo objetivo es que la crisis la paguen los sectores que concentran las mayores fortunas.
En lo inmediato también, a medida que avance la recesión, estará a la orden del día apoyar todas y cada una de las luchas que surjan contra los despidos, las suspensiones y los cierres de empresas. Desde el “Partido de Trabajadores por el Socialismo” / “Frente de Izquierda y los Trabajadores” (PTS/FIT), estaremos en la primera fila de cada una de ellas, como bien lo estamos demostrando con Nicolás Del Caño y Myriam Bregman.
Por Johana Gómez – Referente provincial del PTS – Frente de Izquierda