La clase trabajadora paralizó el país. El paro del 25 de junio volvió a demostrar el enorme poder social que tiene. Pero, ¿Cómo la seguimos para derrotar el ajuste de Macri y al FMI?
Como consecuencia del Paro General, las calles de las principales ciudades del país amanecieron prácticamente vacías, permaneciendo dormidas a lo largo de toda la jornada. Sin servicios, transportes, producción industrial, comercios, bancos, escuelas, universidades y centros de salud, la masividad de la medida convocada por la CGT y demás centrales sindicales fue más que evidente. Es más, se trató de una gran demostración del rechazo a la situación financiera, económica y social que está atravesando el país por parte de millones de trabajadoras y trabajadores.
Pero, esto no fue todo. El paro también demostró el enorme poder social que tiene la clase trabajadora, al paralizar de conjunto toda la actividad económica argentina. Tanto, que el gobierno nacional -impotente con la situación- disparó contra la contundente convocatoria por medio de sus redes sociales.
Un twitt del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, denunciando el «costo» millonario del paro «para todos los argentinos». Un video del propio presidente Macri en la Casa Rosada, afirmando que «acá sí se trabaja». Y declaraciones del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, aduciendo que el paro “no sirve para nada”. Lo cierto es que, más allá de semejantes eufemismos y provocaciones, la jornada del “#Parazo” manifestó una realidad incuestionable: que sin la fuerza diaria de la clase trabajadora no hay actividad económica, no hay producción, no hay servicios, no hay generación de valor. Por lo tanto, no hay tampoco ganancias para los empresarios.
De hecho, las «pérdidas» millonarias de 29.000 millones de pesos que contabilizaron los funcionarios macristas y las entidades empresariales a causa del paro, no fueron tal cosa. No puede haber una pérdida en aquello que nunca existió. Por eso, no es más que una falacia hablar de ganancias no generadas, quejándose de que ese día las trabajadoras y los trabajadores decidieron no regalarles la mayor parte de su trabajo (no pago – plusvalía) a sus patrones.
Si de pérdidas se trata, bien se tendrían que contabilizar los verdaderos flagelos para el país. El propio gobierno cambiemita regala a los acreedores y especuladores con la deuda pública unos U$S 200 millones diarios. Y es este mismo gobierno el que garantiza una fuga de capitales que asciende a los U$S 13.601 millones en lo que va del año y que es perpetrada por los grandes fondos de inversión, los bancos internacionales, por grupos económicos y hasta gran parte del empresariado nacional, incluidos los mismos funcionarios en el Poder Ejecutivo Nacional, que mantienen sus fortunas en países extranjeros.
Entonces, la gran conclusión de todo esto -en particular del Paro General- es que sólo quienes trabajamos, producimos y generamos la riqueza de este país. No así la patria financiera, contratista y empresarial que vive de nuestro trabajo y utiliza esa riqueza para su propio bienestar. Pero, mejor no hablar de ciertas cosas y de tantas otras más.
Hay fuerzas para derrotar el ajuste de Macri y al FMI
La contundencia del Paro General sólo pudo garantizarse por el gran descontento existente en la clase trabajadora ante las políticas de ajuste y los tarifazos del gobierno nacional y los gobiernos provinciales. También por el importante trabajo que realizaron cuerpos de delegadas/os y comisiones internas en los diferentes lugares de trabajo, convenciendo a las bases acerca de la necesidad de manifestarse. No así por el tradicional rol de las conducciones sindicales -en algunos casos, burocráticas- que se limitan a hacer declaraciones y convocatorias por arriba, sin dar lugar a la discusión y preparación de las medidas de lucha en las bases de trabajadoras y trabajadores.
Lo mismo puede decirse sobre la forma en que se llevó adelante el paro del 25 de junio. Mientras gran parte de la burocracia sindical, principalmente de la CGT, llamaron a un paro dominguero, es decir, sin llevar adelante ningún tipo de acción concreta, el sindicalismo combativo y anti-burocrático, no sólo que preparó la jornada de lucha, impulsando asambleas en los lugares de trabajo donde está sino que también -y esto es lo más destacado- hizo de la medida cegetista un parazo activo con concentraciones, cortes y movilizaciones en la gran mayoría de las ciudades del país.
Ese sindicalismo, opuesto por el vértice al de la burocracia sindical, se halla estrechamente ligado al “Frente de Izquierda y los Trabajadores” (FIT) y a las fuerzas que lo integran, en especial al “Partido de Trabajadores por el Socialismo” (PTS). Manifestándose de manera independiente a las cúpulas actuales de las centrales sindicales y además de reclamar por el trabajo y los salarios, levantó como banderas propias el no pago de la deuda externa, la ruptura del pacto con el FMI, la anulación del tarifazo, las demandas de las trabajadoras y los trabajadores con contratos precarios y en negro, y en forma destacada, el derecho al aborto libre, seguro y gratuito.
El enorme poder social que la clase trabajadora ha vuelto a demostrar al paralizar toda la actividad de un país, permite decir que hay fuerzas para derrotar las políticas de ajuste de Macri y los planes que el FMI va a implementar sobre la economía nacional. Ese poder social podría golpear mucho mejor y ser tremendamente más dinámico si se fusionara con la fuerza que millones de mujeres están demostrando tener en la lucha por la legalización del aborto.
Tanto la pelea contra el ajuste como la pelea por el aborto legal están ligadas y van de la mano, si tenemos en cuenta que la lucha por la emancipación de las mujeres es parte de la lucha de la clase trabajadora contra todos prejuicios que se imponen para dividirla y mantener este sistema capitalista que sostiene el patriarcado.
En ese sentido, la organización política independiente de todo bando gubernamental, empresarial y clerical en cada lugar de trabajo y estudio resulta más que prioritario, al igual que avanzar en el desarrollo de un partido político propio de la clase obrera que nuclee a todos los sectores populares y oprimidos.
La extraordinaria fuerza desplegada por millones de trabajadoras y trabajadores el pasado lunes obliga a dar pasos en ese camino, al tiempo de seguir planteando y exigiendo -a quien sea necesario- la imprescindible continuidad de las medidas de fuerza contra el ajuste y la unidad de todas las luchas en curso. Ambas son las únicas salidas realistas frente a la dureza del plan ajustador que proponen Macri, el Fondo Monetario Internacional y el gran empresariado.
Por Johana Gómez – Referente provincial del PTS – Frente de Izquierda