La ausencia de planificación de gobierno, del grupo económico que dirigen los hermanos Rodríguez Saá desde Terrazas del Portezuelo, no es novedad en Saán Luis, pero ello no deja de ser preocupante, más aún cuando las condiciones socioeconómicas de la mayoría de los sanluiseños no es la mejor. La reciente represión desatada para desocupar un predio indebidamente ocupado desde el punto de vista estrictamente legal, es la manifestación más palmaria de la ausencia de políticas públicas en materia de viviendas, como también en los ámbitos de la producción, el trabajo, el deporte, el campo y la industria.
La única preocupación que tienen es cómo sostenerse en el gobierno para darle continuidad eterna a los negocios de la familia, y sus ministros recoger las migajas que caen de la mesa del poder. Va de suyo que la principal y casi excluyente responsabilidad es de ambos hermanos, aunque en la ejecución y en la omisión de ejecución de políticas gubernamentales, también son responsables los ministros y todos los que ocupan el gabinete provincial.
Probablemente si los desposeídos vecinos puntanos que ingresaron contra toda norma, en los campos cercanos al puntano barrio Eva Perón, hubieran actuado en tiempos electorales, el resultado hubiera sido otro. El candidato de la sonrisa gardeliana que se mostraba consternado hasta octubre pasado, en las redes sociales por la pobreza de San Luis, como siempre nunca se hace cargo de los problemas. Va de suyo que, en cercanías de una elección, hubiera sido el primero en disparar órdenes para solucionar el déficit habitacional que él y su hermano generaron malgastando los dineros públicos en caprichosas majestuosidades que nadie necesita, como el fastuoso parque provincial La Pedrera que hasta ahora, solo ha sido utilizado para actos partidarios del mismo grupo que lo construyó con el esfuerzo de toda una provincia.
Abandonaron la construcción de viviendas. No existe llamado a licitación alguno para construirlas. Abandonaron las políticas de producción. Hicieron desaparecer la cartera ministerial específica en la materia, del mismo modo que relativizan la actividad del campo y del turismo. Actualmente San Luis no produce nada que la distinga en el contexto nacional, salvo las ridiculeces propias de aquellos hombres que, pasados en el tiempo, intentan construir alianzas sui generis, aun contrariando sus propias conductas recientes. Y allí se engancha la catarata de adulones que con el afán de sostener las canonjías estatales y pasar por el cajero todos los meses, de buenas a primeras son anti K y al día siguiente son fanáticos K. Con la nada envidiable energía que trataban de tejer acuerdos con Macri también se convirtieron en presuntuosos críticos del presidente. Van y vienen conforme las necesidades de sostenimiento en el poder. Mientras tanto, las villas miserias crecen. No solo al estilo clásico de naylon y chapas, como ocurre en los extremos Sur y Norte de Villa Mercedes; en la vera del siempre Río Seco y en las cercanías del barrio 1° de Mayo, en San Luis, sino que también la miseria crece bajo techos de cemento en gran parte de las viviendas sociales ocupadas por muchos de los diez mil nuevos desempleados que tiene la provincia por la carencia de las políticas de desarrollo que necesariamente deben caracterizar a los gobiernos serios. Como no hay gobierno serio, sino un grupo económico a cargo del poder, situaciones de esta envergadura seguirán repitiéndose aun cuando preparen grandilocuentes anuncios de obras públicas que tendrán solo finalidad electoral.
Solo piensan en la próxima elección. El temor a ser despojados del poder les quita el sueño y en términos probabilísticos el desalojo es sumamente posible, pero no al estilo que aplicaron con los ocupantes de los terrenos, sino por soberana voluntad popular.
Fotos: Gentileza La Bulla