La situación política nacional y provincial con un fuerte malestar social. El intento del macrismo y el peronismo de reorientar la agenda de cara a las elecciones presidenciales del 2019. Y los desafíos de la izquierda.
Las movilizaciones sucedidas en diciembre del año pasado contra la reforma (estafa) previsional abrieron una nueva situación política nacional y obligaron a todos los actores del tablero político a barajar y dar de nuevo. En el caso del macrismo, que se había envalentonado tras su triunfo electoral, tomó nota de la importante caída de su imagen producida tras el saqueo a los jubilados, así como del peligro que significaba para su gobierno la predisposición a la lucha de decenas de miles de trabajadores y jóvenes que contaron con la simpatía de millones de personas, expresada en los cacerolazos. Como conclusión, dio por archivada la política del “reformismo permanente” que buscaba acelerar los ataques contra las masas a favor del gran capital, lo cual se manifestó principalmente en la postergación del tratamiento de la reforma laboral y el paso a un “gradualismo” de acuerdos a la hora de continuar con las políticas de ajuste.
Esto no significa que se hayan suspendido los ataques contra el pueblo trabajador ni la dureza en los conflictos, sobre todo en los que se destaca un activismo que resiste. Pero, el gobierno cambiemita viene anestesiando los avances antipopulares para intentar evitar nuevas jornadas como las del 14 y el 18 de diciembre, adecuándolos a un plan político que decidió subordinar la resolución de las profundas contradicciones de la economía al objetivo de obtener la reelección presidencial en el año 2019.
Por ello, los sectores de derecha, aunque siguen considerando que la administración nacional es el “mal menor”, critican al macrismo por la vuelta al “gradualismo”, que no resuelve la alta inflación, ni el “costo laboral” que quisieran bajar más dramáticamente para atraer inversiones, ni los elevados déficits fiscal y comercial, ni el crecimiento del endeudamiento externo en un contexto internacional más adverso por el encarecimiento del crédito. Y por izquierda, crece un fuerte malestar social producto de un “gradualismo” que implica ataques por medio de tarifazos, inflación, despidos y techos a las paritarias salariales por parte de un gobierno envuelto en escándalos de “transparencia cero”, y como consecuencia del escándalo por los privilegios de diputados y senadores oficialistas y peronistas que, no conformes con sus elevadísimas dietas, canjearon pasajes por dinero para obtener sobresueldos.
Sin embargo, la gestión de los globos amarillos no está sola. Todos los sectores del peronismo y de la burocracia sindical trabajan en común con Macri para que no se continúe el camino de lucha que abrieron las jornadas de diciembre del año anterior, y para reorientar todo el escenario político hacia las elecciones presidenciales de 2019. Los mismos gobernadores que acordaron y no acordaron (Rodríguez Saá, por ejemplo) con el macrismo la estafa a los jubilados y el pacto fiscal hoy aplican el ajuste en sus provincias al igual que a nivel nacional.
Mientras tanto, las distintas alas del peronismo organizan encuentros (como el “Hay 2019” en La Pedrera) en los que no se discute cómo frenar los ataques al pueblo trabajador, sino las candidaturas del año que viene. Por un lado, la mayor parte de los gobernadores peronistas intenta guardar perfil bajo y planea separar las elecciones en sus distritos de la votación presidencial, con el único objetivo de conservar sus provincias y no pelearse con la Casa Rosada. Por otro lado, sectores del kirchnerismo, el randazzismo, el massismo, la burocracia sindical, los intendentes del conurbano bonaerense y referentes legislativos, discuten, algunos juntos, otros separados, cómo serán los armados electorales. Lo que es claro es que el kirchnerismo, bajo un discurso de “unidad opositora para derrotar a Macri”, hoy propone una salida electoral junto con los que aplican el ajuste en sus territorios, los burócratas sindicales que dejan pasar los ataques y los que le votan las leyes a Cambiemos en el Congreso Nacional y a Rodríguez Saá en la Legislatura Provincial.
La otra pata fundamental de la gobernabilidad PRO es la burocracia sindical. Este sector se divide fundamentalmente entre una gran mayoría que, prebendas materiales y aprietes judiciales mediante, ha virtualmente conformado el “club del 15 %”, firmando paritarias a pedido del gobierno nacional, y otro sector (en su mayoría, con afinidad K) que llama a medidas aisladas y divididas de vez en cuando, sin conformar verdaderos planes de lucha. Lo mismo ocurre en la Provincia de San Luis. Ni el escaso aumento salarial del 21 % (dividido en tres cuotas) decretado por el gobernador, ni la histórica inexistencia de paritarias libres y sin techos en la provincia, ni los altos índices de precarización laboral, pobreza e indigencia, fueron motivos suficientes de protesta y lucha para los dirigentes sindicales de los gremios y sindicatos locales. Es que como sucede a nivel nacional, las cúpulas sindicales de la provincia también son o terminan siendo cómplices y colaboracionistas de una gobernabilidad, en este caso de Rodríguez Saá, ya sea a cambio de cargos políticos en el gobierno, ya sea al dividir a los trabajadores, sus luchas y demandas, ya sea por encolumnarse detrás de su candidatura presidencial.
Al fin y al cabo, tanto a nivel nacional como provincial, la estrategia de la burocracia sindical “más opositora” a “Cambiemos” no es derrotar los ataques contra los trabajadores mediante un plan de lucha duro y con continuidad organizado desde las bases, sino “protestar” contra el macrismo para desgastarlo políticamente de cara al 2019, lavándoles y tapándoles la cara del ajuste y la represión a los posibles presidenciables del PJ como Alberto Rodríguez Saá.
A pesar de todo esto, la carrera hacia las elecciones presidenciales del 2019 tiene sus obstáculos. Al malestar social y la disconformidad de distintos sectores empresariales con el plan económico, se suma la pérdida de capital político del macrismo, que reduce su margen de maniobra. El discurso sobre la “herencia recibida” se ha agotado tras más de dos años de gestión, que incluyen una multitud de promesas incumplidas y cada vez mayores casos de corrupción. En el caso puntano de los hermanos Rodríguez Saá pasa lo mismo. El relato de que San Luis es “otro país” y la provincia “mejor administrada” ha quedado en el piso tras el golpe recibido por los índices de pobreza e indigencia publicados por el INDEC.
En otra vereda, contra todo esto y todos ellos, el “Partido de Trabajadores por el Socialismo” (PTS), integrante del “Frente de Izquierda y los Trabajadores” (FIT), participa activamente en el apoyo y la coordinación de todas las luchas de los trabajadores con el objetivo de fortalecerlas y denunciar la tregua de las cúpulas sindicales, planteando la necesidad de un paro nacional activo y plan de lucha con continuidad para derrotar el ajuste. También, junto a su agrupación de mujeres “Pan y Rosas”, impulsa la movilización y la organización en cada lugar de trabajo y estudio para pelear por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, sin depositar ninguna confianza en el Congreso Nacional. Contra la casta política gobernante, denuncia sus sueldos de privilegio y propone que todo funcionario o legislador cobre como un/a docente.
Contra los planes del macrismo, pero también contra las distintas variantes del peronismo que, siendo cómplices del ajuste y la represión cambiemita, se proponen capitalizar el descontento popular de cara a las elecciones del 2019, la izquierda de Nicolás Del Caño y Myriam Bregman pelea para que en cada una de las luchas de las mujeres, los trabajadores y la juventud avance también la perspectiva de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora, sin empresarios ni burócratas sindicales y con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y gobiernen los trabajadores. Un programa que atacando los intereses del gran capital dé solución a los problemas del pueblo trabajador y las masas pobres como el trabajo, la vivienda, la salud o la educación, y rompa la subordinación con el imperialismo.
Johana Gómez – Referente Provincial del PTS en el Frente de Izquierda