La violencia física, moral, institucional y de toda índole es una de las características de los feudos, además del sometimiento a la condición de vasallos de las mismas personas a las que se les exige fidelidad. Semejanzas conceptuales que tienen todo que ver con la realidad del Saán Luis de las últimas tres décadas.
La reciente denuncia por violencia de género, amenazas y extorsión del reconocido abogado mercedino, Lucas Gieco, en contra del arquitecto Luciano Tessi Bazzano, revela la pretendida impunidad con que se manejan en la vida aquellos “beneficiarios” de la delegación de poder que, en cada Departamento de la Provincia de San Luis, han efectuado los dos hermanos Rodríguez Saá a lo largo del tiempo.
Así como los capangas de varios Departamentos del interior provincial, los Tessi-Bazzano en Pedernera, particularmente en Villa Mercedes, ejercen un presuntuoso poderío sintiéndose más que los demás, solo por la consabida obsecuencia que practican respecto de quienes dominan San Luis. También por presentarse como “los íntimos del Alberto”; También por ser los más `suertudos´ a la hora de licitaciones públicas; También por ocupar cargos públicos de la más variada especie.
Quieren cumplir roles de pretendidos delegados feudales que, en más de una ocasión, traspasan los límites de la legalidad en la confianza de la protección que sus jefes les brindarán. Salvo, que algún día San Luis recupere la normalidad institucional y los valores que enaltecen la justicia sean los que distingan los actos de estos personajes que, fuera de la función pública, solo engrosarían la extensa nómina de desocupados.
Pero la denuncia de Gieco no es una denuncia más, sino que revela el hartazgo de una comunidad hastiada de desbordes, de ilegalidades y de inmoralidades que se suman a la lógica corrupción que también simboliza al feudo de Saán Luis.
Aun cuando se trata de una persona que, con sus cuarenta años, habría adquirido capacidad suficiente para ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones, el hecho de ser hijo de la Secretaria (con rango ministerial) de Ni Una Menos, coloca a su madre, la radióloga Adriana Bazzano de Tessi, en una incómoda situación sobre la que todavía no se ha pronunciado. Si esto ocurriera con un magistrado judicial, el juez tiene obligación de apartarse de la causa. El mismo criterio rige para Bazzano de Tessi, pero aún no se observa esa conducta, pese a las declamaciones sobre protección de las mujeres en situación de vulnerabilidad, que el área a su cargo dice llevar a la práctica.
Fue y es esta misma gestión de los Rodríguez Saá, la que quiso distinguirse con la creación de la Secretaría Ni Una Menos. Y para ello, el gobernador designó a la Directora del Teatro Independiente Mercedes (TIM), donde el propio designante hizo algunos papelenos sobre sus tablas.
El papelón, ya convertido en despropósito institucional, ético y también legal, ahora lo está cometiendo la designada funcionaria, que enfrascada en la ficción de las obras que dirige, sigue creyendo que la realidad se construye desde un despacho ministerial y no en cada casa de tantas sanluiseñas que, como la hija del doctor Lucas Gieco, padecen acoso y violencia.
Lucas Gieco pudo hacer la denuncia porque el destino y su capacidad le han proporcionado herramientas suficientes que lamentablemente la mayoría carece. Si cada niña, adolescente o adulta tuviera la contención de la hija de Gieco, distinta sería la realidad. Mientras el Gobierno de San Luis sigue en silencio, las miles de mujeres acosadas y violentadas, esperan pacientemente la protección de los institutos que dijeron crearse para mejorar sus vidas. Hasta ahora, se las están empeorando.