El Gobierno recibió a la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA) para bajar los decibeles de la semana pasada. El resultado fue al estilo Cambiemos, con buena onda de ambos lados aunque las cuestiones de fondo sigan en el terreno de lo invisible: el Gobierno habla de la mejora generalizada económica pero los industriales (por lo bajo) lo contradicen y no hay medidas contundentes de política que permitan a la manufactura competir frente al negocio financiero, la vedette del macrismo. Se espera que los cruces mediáticos se enfríen, aunque cuadros intermedios de la central fabril dicen que no van a aflojar con las críticas al oficialismo.
Por el lado de la UIA, asistieron al encuentro en Casa Rosada el presidente Miguel Acevedo, quien proviene de Aceitera General Deheza, junto a los vicepresidentes Luis Betnaza (Techint) y Daniel Funes de Rioja (Copal-alimentos). Fueron recibidos por el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Producción, Francisco Cabrera; el jefe de asesores de la secretaría de Industria, Fernando Grasso, y Matías García Oliver, subsecretario de Asuntos Institucionales dependiente de la Jefatura de Gabinete. Por el lado del Gobierno también hay experiencia en el rubro empresarial: la familia de Peña es dueña del supermercado La Anónima; Cabrera se desempeñó en la AFJP Máxima, Grupo Roberts y el HSBC entre otros; García Oliver viene de DirecTV y Grasso de Adimra.
«La reunión fue política y estuvo digitada por Marcos Peña», coinciden las fuentes consultadas. El eje del encuentro fue el pedido del Gobierno para que las críticas de la entidad no salgan a la luz y en cambio se manejen por privado. Además, Peña les dijo que en el Gobierno esperaban más apoyo de los empresarios frente a la reforma laboral y en las disputas políticas contra el sindicalismo, especialmente frente a Hugo Moyano.
Al affaire con la UIA surgió días atrás luego de la primera reunión su Comité Ejecutivo del año, desde donde salieron críticas a la política económica oficial. En respuesta, Cabrera pidió públicamente a los empresarios que «dejen de llorar y ponerse a invertir», lo cual despertó el apoyo explícito del presidente Mauricio Macri. La UIA contraatacó por los medios.
En la reunión, Acevedo repitió que por más sintonía personal que haya entre el Gobierno y los empresarios, las reuniones en la UIA son numerosas y asisten dirigentes de todas las cámaras y regiones del país y dejó entrever que no tiene la capacidad para contener todos los reclamos hacia el Gobierno que existen en el interior de la central fabril. Acevedo llevó una carpeta con algunos números. El indicador industrial de la entidad registró en 2017 una suba del 1 por ciento que quedó lejos de compensar la merma del 4,9 por ciento registrada en 2016. El planteo de la UIA es que la manufactura presenta tres velocidades. En la delantera están los rubros asociados a la construcción, como los minerales no metálicos y la industria siderúrgica. En el medio, los que siguen en la misma línea que en 2016, como es el caso de la industria química, metalmecánica, alimentos y bebidas, automotriz, edición e impresión y papel e impresión. En terreno negativo siguen operando el sector textil y calzado. En noviembre del año pasado había 66.275 puestos formales menos que en el mismo mes de 2015.
La descripción de Cabrera fue muy distinta. «El año pasado la economía creció y este 2018 va a seguir creciendo. La producción automotriz va a crecer 20 por ciento este año, hay récords de venta de autos y motos, la producción de cemento está en su máximo histórico, sube la venta asfalto, hierro, placas de yeso, ladrillos. Crece la producción de acero, aluminio y metalmecánica, turismo, agro, carne, energía y las exportaciones de servicios basados en conocimiento», dijo el ministro.