La fase final de la cumbre nuclear entre Irán y el grupo 5+1 comenzó en la ciudad suiza de Lausana con posibilidades de alcanzar un acuerdo sobre el plan nuclear de Teherán. Un negociador iraní subrayó que hay temas que «todavía deben ser solucionados».
La frenética jornada de reuniones comenzó ayer en Lausana con un encuentro entre el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y su homólogo iraní, Mohamed Yavad Zarif. La reunión duró apenas media hora, después de la cual Kerry salió del hotel Beau Rivage, en el que se celebran las negociaciones, para dar un breve paseo, rodeado por decenas de periodistas y cámaras.
Desde Washington, el Departamento de Estado informó que Kerry canceló el viaje que tenía planeado a su ciudad natal, Boston, en donde tenía previsto participar de un acto en memoria del fallecido senador Edward Kennedy. A la misma decisión llegaron sus pares de Francia y Alemania, Laurent Fabius y Frank-Walter Steinmeier, respectivamente. Ambos cancelaron el viaje que tenían previsto hacer juntos a Kazajistán para quedarse en Suiza y seguir presionando para alcanzar un acuerdo marco que permita mantener vivo el cronograma aprobado a fines del año pasado.
Según este cronograma, Irán y las seis potencias que se adjudican la representación de la comunidad internacional -Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China- deben llegar a un acuerdo marco para el 1 de abril y luego a un texto definitivo para mediados de año.
Mientras los pesos pesados decidieron quedarse en la mesa de negociación, también llegó el canciller chino, Wang Yi, quien hasta ahora apenas se había involucrado personalmente en el diálogo.
Zarif, el negociador jefe iraní, señaló anoche en un mensaje por Twitter que «en una negociación ambas partes deben mostrar flexibilidad». «Nosotros estamos listos para hacer un buen acuerdo para todos. Esperamos la voluntad de nuestros interlocutores», agregó el canciller iraní.
Por primera vez en una década, las principales potencias del mundo presionan para llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear de Irán y poner fin así a años de conflicto y de sanciones, que actualmente asfixian a la débil economía de Teherán. Las potencias occidentales sostienen que cualquier acuerdo debe limitar los aspectos más delicados de su programa nuclear, como la producción de uranio enriquecido y plutonio, al tiempo que la agencia nuclear de Naciones Unidas pueda verificar y controlar de cerca todas sus actividades, incluyendo la investigación y el desarrollo.
La contraparte que demanda Irán es que las potencias levanten de manera definitiva las sanciones internacionales que pesan sobre su país. A partir de las declaraciones oficiales de los últimos meses, este parece ser uno de los temas más sensibles de la negociación.
Por ahora, las partes de la negociación no dieron ningún detalle sobre el texto de un eventual acuerdo ni cuáles son los puntos que dificultan la negociación aunque una fuente iraní adelantó ayer que las áreas donde persistían los obstáculos eran la de Investigación y Desarrollo y el levantamiento de las sanciones sobre Irán.
Mientras en Suiza con el pasar de las horas los rumores de un posible acuerdo provisional crecían, en Israel el primer ministro Benjamin Netanyahu dejó sentada su oposición a un eventual acuerdo nuclear con Irán y vinculó las negociaciones en Lausana con el conflicto en Yemen, en donde un movimiento chiita, con buena relación con Teherán, logró tomar la capital del país. «El eje Irán-Lausana-Yemen es muy peligroso para la humanidad y debe ser detenido», advirtió Netanyahu a la prensa al comenzar la reunión semanal de gabinete.