Pocos días quedan para los carnavales de febrero. La comparsa de los decretazos ya está armada. Sus principales pasistas y comparseros son Macri, el peronismo con Cristina y los hermanos Rodríguez Saá a la cabeza.
La desfachatez de la casta política gobernante es cada vez más grande. Y, en este caso, no es solamente por los sueldos, jubilaciones y pensiones de privilegio que cobran por ser o haber sido diputados, senadores y/o presidentes de la Nación sino también por los debates generados alrededor de los decretazos de Macri.
En un intento desesperado por tapar la crisis institucional provocada a raíz del escándalo Triaca, el Ministro de Trabajo de la Nación que paradójicamente combate el empleo informal contratando trabajadores en negro, el Ejecutivo Nacional salió a la escena pública con una serie de decretazos que tienden a modificar un centenar de leyes nacionales.
Además, con el maquillaje de la “desburocratización” y la “transparencia” del Estado, el gobierno de Cambiemos busca supuestamente “ahorrar” en lo que al gasto público se refiere. Pero, el show de los decretazos es una medida cosmética en términos de ahorro, ya que el impacto de los decretos en la reducción del déficit fiscal, aún de realizarse en toda su plenitud, es mínimo.
Es que, para la Presidencia de la Nación, el verdadero “ahorro” no está en afectar los cargos jerárquicos sino en sacarse de encima al conjunto de los trabajadores estatales, con el cierre de la paritaria docente, de áreas y programas, y especialmente con los despidos, desvinculaciones e intimaciones a jubilarse. Los despidos en el INTI, en Fanazul, en el Hospital Posadas, en Río Turbio, Senasa, Fabricaciones Militares, el Ministerio de Producción y en ANSES son claros ejemplos de ello. La lógica gubernamental es dejar sin el pan a cientos de familias en el nombre de la “eficiencia” estatal.
Por su parte, la oposición peronista con Cristina Fernández de Kirchner, Adolfo y Alberto Rodríguez Saá a la cabeza, así como no puede salir a denunciar la vida de ricos que vive toda la casta política argentina porque son parte de la misma y de ese estilo de vida, menos aún pueden salir a denunciar la catarata de decretos del macrismo sin embarrarse.
Vale recordar cómo el kirchnerismo gobernó a decretazo limpio y llano durante sus doce años de gestión nacional y cómo los hermanos Rodríguez Saá lo vienen haciendo desde hace 35 años en una provincia cuyos trabajadores estatales no conocen lo que es una paritaria y sí saben lo que son los techos salariales impuestos por decreto.
Con esto, si la Constitución Nacional dice que los decretos son legítimos en casos de excepcionalidad, es decir, cuando circunstancias de necesidad y urgencia lo ameritan, es evidente que para la muchachada cambiemita y la muchachada peronista, la política del decretazo sirve cuando sus gobiernos tienen “necesidad y urgencia” de beneficiar gestiones a favor de los empresarios y ajustar el trabajo, la salud y la educación de los trabajadores y el pueblo pobre.
Así las cosas, pareciera que la casta política que nos gobierna decretó (hace tiempo ya y por tiempo indeterminado) vacaciones para la “república”, la “división de poderes” y la “democracia” que tanto dice defender. Opuesta por el vértice es la situación en los conflictos laborales actuales. Las asambleas multitudinarias de trabajadores despedidos, en las que todo se debate y las resoluciones se tomadas por la mayoría, son los mejores ejemplos de lo que es la verdadera democracia.
Al calor de los debates asamblearios y de las luchas obreras en curso, centenares de familias que han quedado sin trabajo son las que le vienen exigiendo a las burocracias sindicales de todos los colores que unifiquen las luchas, convoquen a un paro nacional activo y enfrenten verdaderamente las políticas de ajuste del gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales.
Las jornadas de lucha y represión sucedidas durante el proceso que acabó con la aprobación de la “reforma” (estafa) previsional en diciembre del año pasado demostraron la fuerza en potencia que tiene la unidad entre las mujeres, los trabajadores, estudiantes, jubilados y demás sectores populares cuando de defender y conquistar derechos se trata.