El canciller Héctor Timerman ratificó que la Argentina «no tiene ningún interés en ingresar a un conflicto armado» en el archipiélago y anunció que presentará ante el Comité de Descolonización un planteo contra la «actitud belicista y armamentista» del Reino Unido, que decidió «profundizar» su presencia militar en las islas por entender que Argentina es «una amenaza muy viva» para quienes viven allí.
Argentina «es un país que no tiene hipótesis de conflicto con ningún país del mundo, Inglaterra está continuamente en estado de guerra», definió el jefe de la diplomacia argentina, para quien al Reino Unido «quiere la subordinación, que uno termine siendo una colonia mental, que tengamos una mentalidad colonial o una mentalidad de aceptación como país de segunda categoría; les molesta la independencia en política exterior».
En declaraciones a radio Del Plata, Timerman resaltó que «no tiene ningún sentido» considerar a la Argentina como una amenaza bélica y dejó claro que «nosotros apostamos al diálogo, al derecho internacional». Además, alertó que el país «va a seguir demostrando que América Latina y el Caribe han elegido ser una zona de paz, no belicista» y puntualizó que, no obstante, «vamos a seguir reclamando la restitución de las Islas Malvinas que son parte integral de la Argentina».
El gobierno británico confirmó que reforzará su presupuesto militar en Malvinas al interpretar que la Argentina continúa siendo «una amenaza muy viva» en el archipiélago y añadió que «le corresponde a Argentina abandonar los reclamos» de soberanía porque «no tienen fundamento en la ley internacional».
Timerman deploró esas declaraciones y sostuvo que «acá hay dos caminos: mientras la Argentina apela al derecho internacional y a la resolución de las Naciones Unidas, Gran Bretaña incumple esas resoluciones y se apega al armamentismo».
Para el canciller, el Reino Unido hace esto «para generar una situación en la cual la industria armamentista se ve beneficiada por las compras y todo lo que significa suministrar insumos a las fuerzas armadas inglesas y, al mismo tiempo, justificar una política agresiva que apela a un público, el de Inglaterra, muy conservador».