Lula destacó que no era candidato a las elecciones de 2018, pero que las acusaciones en su contra se han convertido en su mejor gancho.
El ex presidente Luis Ignacio Lula da Silva asomó la posibilidad de ser candidato presidencial para el año 2018 en Brasil y rechazó las acusaciones de corrupción en su contra.
Lula participó en un acto de campaña en Río de Janeiro en apoyo a Jandira Feghali, la candidata comunista a las elecciones municipales de este domingo
«Si pensaban que por perseguirme o por perseguir al PT evitarían que yo fuera candidato en 2018… yo no era candidato, pero se han convertido en mi principal gancho electoral», aseguró.
Asimismo, desestimó las acusaciones que pesan en su contra después de que la semana pasada el juez de primera instancia Sergio Moro acogiera una acusación de la Fiscalía para juzgar al ex mandatario por corrupción y lavado de dinero.
«Soy un ciudadano indignado porque no puedo aceptar las ofensas de un niño fiscal que dice que yo monté una cuadrilla para gobernar el país», advirtió Lula, quien alegó que las acusaciones del fiscal Deltan Dallagnol, que llegó a señalarlo como el «comandante máximo» de la red de corrupción en Petrobras, responden a intereses políticos.
Varias figuras de su Gobierno son investigadas, entre ellas sus ex ministros de Hacienda, Guido Mantega, detenido brevemente el jueves, y Antonio Palocci, arrestado este lunes.
Además, el caso más emblemático lo representa el golpe que sufrió la presidenta Dilma Rousseff y aseguró que sus enemigos “persiguen al PT para que yo no pueda ser candidato en 2018″.
En contexto
Lustrador de zapatos cuando niño, obrero metalúrgico más tarde y posteriormente fundador del PT, Lula se convirtió en uno de los presidentes más influyentes de Brasil.
El ex presidente Lula Da Silva estabilizó la economía brasileña y la hizo crecer en un promedio de 4,1 por ciento anual. Canceló toda la deuda del país con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y redujo la tasa de desempleo que estaba en 10,5 por ciento en diciembre de 2002 al 5,7 por ciento en noviembre de 2010.
Lula Da Silva ha denunciado que enfrenta una campaña de desprestigio y persecución al igual que sus dirigentes por parte de sectores opositores que buscan empañar los logros sociales de su Gobierno y el de Rousseff.