La revista Science se hace eco de la investigación de un experto peruano, en la cual revela que no hay manera alguna en la que los cuerpos de los estudiantes hayan podido ser calcinados en el basurero de Cocula, Guerrero.
Una nueva prueba científica descarta la versión oficial que ofreció el gobierno de México acerca del caso de los 43 normalistas desaparecidos de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos.
El trabajo publicado por la revista Science sostiene que no hay manera alguna en la que los cuerpos de esa cantidad de personas hayan podido ser calcinados en el basurero de Cocula, Guerrero.
El académico José Torero, experto de la Universidad de Queensland, en Australia y encargado de investigar incendios como el que provocó el derrumbe de las Torres Gemelas, incineró hasta cuatro cerdos a la vez y determinó que para quemar por completo 43 cuerpos hubiera sido necesario apilar entre 20 mil y 40 mil kilogramos de madera.
El equipo de Torero incineró sistemáticamente cuerpos de cerdos, para los que utilizaron incluso 630 kilos de madera para un solo cerdo de 70 kilogramos; después del ejercicio, todavía se advirtió presencia de un 10 % de la carne del animal una vez que el fuego se consumió, por lo que llegó a la conclusión de que “no existen posibilidades de que los estudiantes hubieran sido incinerados allí”.
El investigador peruano quemó hasta cuatro cuerpos a la vez, para determinar si la grasa corporal podría haber servido como combustible —como sostiene la versión oficial— facilitando la incineración total, sin embargo, lo que notaron los expertos fue que cada vez que se agregaba un nuevo cuerpo, la intensidad disminuía.
En su artículo, la periodista Lizzie Wade realizó una cronología sobre el caso Ayotzinapa y las discrepancias que tiene la «Verdad Histórica» respecto a las pruebas científicas. La revista buscó a Eber Betanzos Torres, subprocurador de Derechos Humanos, Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad, pero no respondió a sus solicitudes.
El experimento aún debe ser revisado en meses venideros por otros científicos.
En contexto
El 26 de septiembre de 2014, un grupo de alumnos de Ayotzinapa tomaron varios autobuses comerciales para viajar a una manifestación en la ciudad de México. Según la declaración de los miembros del cártel Guerreros Unidos, integrantes de esta célula delictiva, incitados por la policía local, emboscaron a los estudiantes y posiblemente los confundieron con miembros de un cártel rival. Algunos estudiantes fueron asesinados con armas de fuego, otros escaparon y 43 fueron secuestrados y, según se afirma, ejecutados.
Los miembros del cártel indicaron que incineraron los cuerpos en un basurero municipal, en las afueras del pueblo de Cocula. Seis semanas más tarde, los investigadores federales anunciaron que encontraron bolsas con restos humanos, convertidos en cenizas, tanto en el basurero como en un río cercano.
Casi dos años después del secuestro y asesinato de los estudiantes no hay condena judicial ni tampoco consenso. La herida abierta aquella noche del 26 al 27 de septiembre aún está lejos de cerrarse.
Los padres de las víctimas rechazan la versión oficial y el GIE arrojó serias dudas sobre el proceder de los investigadores mexicanos.