A la ceremonia realizada en la Santa Sede de Echmiadzin asistieron algunos de los descendientes del millón y medio de víctimas, masacrados, fusilados o muertos de hambre por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra, hecho calificado por el Papa Francisco como «el primer genocidio del siglo XX».
A pesar del rechazo rotundo a asumir el genocidio, el Ministerio de Asuntos Europeos de Turquía, país heredero del Imperio Otomano, informó que su titular, Volkan Bozkir, participará hoy por «primera vez desde 1916» de una «misa que conmemora el centenario de los sucesos de 1915», que Ankara considera una guerra civil.
En Armenia, sin embargo, la decisión no despertó ninguna reacción oficial, y toda la atención de la jornada estuvo puesta en la canonización realizada en Echmiadzin, acto oficiado por el Katolikos Karekin II, el patriarca de la Iglesia apostólica armenia, y seguido por una marea de familiares y miembros del clero, que incluyó un extenso repertorio de cánticos tradicionales y la reunión de todos los restos que se conservan de las víctimas del genocidio en un solo osario.
«Más de un millón de armenios fueron deportados, asesinados y torturados, pero pese a ello se mantuvieron fieles a Cristo. Fueron perseguidos por su fe en Cristo», aseguró Karekin II.
La mayor canonización de la historia duró dos horas y se realizó en el patio aledaño a la catedral de Echmiadzin, ya que el templo, como la mayoría de las iglesias armenias, es pequeño para cobijar a tantas personas. Una vez terminada la ceremonia, sonaron campanas en todas las ciudades y los pueblos de Armenia y la población cumplió un minuto de silencio.
Las campanadas también resonaron en iglesias armenias y católicas en Buenos Aires, Madrid, Venecia, Berlín y París, entre otras ciudades, según informó la televisión pública en Ereván. La jornada se completó a la noche con el recital del conocido grupo de rock System of a Down, integrado por estadounidenses de origen armenio.
El viernes, bien temprano, comenzará la tradicional Marcha de las Antorchas, una movilización que es uno de los símbolos de la lucha por el reconocimiento del genocidio y que partirá, como todos los años, desde la Plaza de la República en dirección al Monumento de Dzidzernagapert, como se conoce al memorial del genocidio, que se encuentra a unos 15 minutos de auto del centro de Ereván, sobre una colina que domina la ciudad y es el corazón de las conmemoraciones del aniversario del genocidio año tras año.
Desde la mañana hasta las primeras horas de la tarde el monumento, que se encuentra al lado del museo del genocidio, estará cerrado para que las autoridades de Armenia, con el presidente Serge Sargsian a la cabeza, y los invitados internacionales, como el mandatario ruso, Vladimir Putin, y su par francés, François Hollande, visiten el lugar y coloquen una ofrenda floral alrededor de la llama del memorial.
Antes de viajar a Erevan, Putin aseguró que el genocidio armenio fue «uno de los acontecimientos más terribles y dramáticos de la historia de la Humanidad». «Cien años después, inclinamos la cabeza ante la memoria de las víctimas de aquella tragedia, que en nuestro país siempre es recordada como un dolor y una desgracia propios. Rusia mantuvo siempre un punto de vista objetivo que no modificó: no puede justificarse la eliminación masiva con argumentos étnicos», agregó, en un comunicado publicado en la página web de la Presidencia rusa.
El acto en el Monumento de Dzidzernagapert será el evento central de la conmemoración del centenario. Después que los mandatarios invitados y algunos miembros de la influyente diáspora presenten su ofrenda floral, el memorial abrirá sus puertas para otros cientos de miles de personas que llegaron de todo el mundo para participar de este aniversario tan especial.