Los dichos de Estela de Carlotto, sobre la carta que Alberto Rodríguez Saá le escribió al genocida Emilio Massera, revela la triste confusión que existe entre defensa de los derechos humanos y la política partidaria. Lamentablemente, en la misma maniobra quedó incluido Luis Macagno, “el Piri”, cuya amnesia es algo más que llamativa.
La carta fechada en 1978, se conoció públicamente en 1985 y me tocó el triste “privilegio” de publicarla en el diario Impulso, de Villa Mercedes, luego que el diputado radical Enrique Ipiña se la enrostrara a José Rafael Dopazo, “el Lucho”, que presidía el bloque de diputados adolfistas y que también había firmado la carta en la que pidieron “castigo ejemplar” para “los elementos subversivos” de San Luis, entre los que estaba Julio Everto Suárez “el Run Run”, quien venía de ser Ministro de Gobierno del Elías Adre, derrocado por los militares en 1976. Jamás fue desmentida, ni cuestionada esa publicación.
La carta volvió a publicarse en los pocos medios gráficos opositores que esporádicamente aparecían en San Luis en las décadas de los ´80 y de los ´90. Jamás fueron denunciadas esas publicaciones, como tampoco las referencias a que fue firmada por el hoy gobernador de San Luis, en aquel antiguo bar Ocean, de Pringles y San Martín de la ciudad de San Luis. Y que Adolfo también la firmó pero no aclaró su rúbrica.
La carta volvió a publicarse en el libro “La cara oculta de Rodríguez Saá”, en 2002 y como autor de ese humilde trabajo, tampoco fui desmentido ni enjuiciado. Treinta tres años han pasado y la carta sigue circulando en aquellas hojas de papel romaní que al cabo del tiempo fueron certificadas por la Escribana Adriana Moreno. Tampoco se la acusó por redargución de falsedad (Acción impugnatoria para destruir la eficacia de un instrumento probatorio de tipo público).
La carta fue transformada en gigantografías que junto al Piri Macagno y otros compañeros militantes, expusimos hace tres años en la plaza Pringles ante quien quisiera leerla. Hoy, Macagno dice no saber de la existencia de la carta.
El nexo causal no ha sido probado, pero en estas materias las coincidencias no existen: El “Run Run” Suárez fue denunciado por Rodríguez Saá en 1978; fue secuestrado en 1979 y apareció muerto en 1980 en un supuesto accidente de tránsito.
Estela de Carlotto con su organización de Abuelas de Plaza de Mayo, está postulada para el Nobel de la Paz. A la vez, los más cercanos a Rodríguez Saá quieren que el premio se lo lleve el escritor a Massera, por haber traído a Saán Luis a un grupo de familias sirias mientras miles de familias puntanas la pelean en la miseria.
Este cambalache de mezquindades, amnesias y mentiras esconden el más extraordinario grupo económico que exista en la historia de Saán Luis y llevó una vez más, a que se confunda sin límites, la excelsa defensa de los derechos humanos con los intereses partidarios.
Carlotto llegó a Saán Luis como referente K a adular al nuevo socio y eventual sponsor de campaña y en ese trajinar terminó dilapidando la “Biblia” de sus principios en el calefón albertista y Macagno hasta se olvidó de aquel día en que se retiró ofuscado del Salón Blanco de Terrazas del Portezuelo porque el escritor a Massera se tomó el atrevimiento de hablar de derechos humanos.
Si seguimos en el mismo lodo todos manoseados, no nos extrañemos que mañana aparezcan diciendo que los militares de la dictadura fueron buenos y honestos, como ahora dicen que son los Rodríguez Saá porque se aliaron al Kirchnerismo.