La milicia terrorista asumió la autoría del ataque contra el Museo Nacional del Bardo, en el que murieron 25 personas, entre ellas dos de los atacantes, en un mensaje de audio y texto difundido en Internet. El texto afirma que dos «caballeros» perpetraron el atentado y que se trató de «las primeras gotas de una tormenta de lluvia».
Mientras el mensaje del EI, recogido por la plataforma Site, que se ocupa de rastrear la actividad online de diferentes grupos yihadistas, se jacta de que las fuerzas de seguridad de Túnez no pudieron frenar a los atacantes «hasta que terminaron sus municiones», el Ministerio de Salud de Túnez confirmó que los terroristas mataron a 23 personas, entre ellas 20 turistas extranjeros, y que los dos atacantes fueron abatidos por la Policía.
Todos los analistas coinciden en que al disparar al edificio del museo y tomar a numerosos turistas como rehenes, los atacantes lograron varios objetivos en uno: por un lado, enviar a las autoridades tunecinas el mensaje de que no están a salvo y, por otro, causar importantes daños económicos a la cuna de la Primavera Árabe, cuya principal fuente de ingresos es el turismo, actividad que recién ahora está empezando a mostrar una incipiente recuperación tras las secuelas de la revuelta de 2011.
En vista de que las víctimas del atentado provienen de diversos países extranjeros como Japón, Gran Bretaña, Polonia, España, Francia, Italia y Bélgica, las autoridades se preparan para lo peor. «El ataque al Bardo tendrá efectos muy negativos para el turismo tunecino», advirtió Afif Keshk, jefe de la organización no gubernamental Observatorio de Turismo de Túnez. «Cuento con una caída en las reservas hoteleras. Los turistas extranjeros elegirán otros destinos antes que Túnez».
Los gobiernos de varios países ya han empezado a emitir alertas sobre Túnez, en tanto los operadores de cruceros italianos Costa Crociere y MSC Crociere cancelaron todas las escalas en el país. «La seguridad de nuestros pasajeros es prioridad para Costa Crociere y constituye una condición imprescindible para ofrecer unas vacaciones serenas y placenteras», comunicó la compañía.
El turismo constituye una fuente clave para el ingreso de moneda extranjera en Túnez y representa alrededor del 10 por ciento de los puestos de trabajo en el país. Hasta la revuelta de 2011, el sector representaba el 6,5 por ciento del PBI, pero tras la Primavera Árabe el número de visitantes cayó de 7 millones a 4,8 millones. En los últimos tiempos la actividad estaba comenzando a dar señales alentadoras de recuperación. El año pasado hubo alrededor de 6,1 millones de visitantes y el gobierno esperaba para este año volver a alcanzar los 7 millones de turistas.
Tras el atentado, «el futuro del turismo tunecino ahora parece incierto», declaró Mohammed al Toumi, director de la Federación Tunecina de Agencias de Viajes. «Recuperar la confianza de los turistas extranjeros le demandará al gobierno años y grandes esfuerzos», añadió. No es de extrañar entonces que el primer ministro de Túnez, Habib Essid, argumente que con su ataque al turismo los agresores se proponen socavar la economía del país.
A pesar de que el presidente Beji Caid Essibsi, quien asumió en diciembre pasado, declaró que su país aumentará la seguridad y librará una «guerra» contra el terrorismo, Keshk, del Observatorio de Turismo de Túnez, no cree que esas promesas hagan efecto en los turistas extranjeros. «Los europeos son los principales visitantes en Túnez. No les importan las declaraciones políticas. Les importan las realidades».