Al ver esta película, hace ya un tiempo, reflexiono que la historia de vida de Michael Edwards -conocido como Eddie el águila- la pude contextualizar dentro de los accidentes o incidentes viales y posee los elementos necesarios para configurar un clásico relato sobre un hombre que, teniendo todos los pronósticos en contra, al igual que nosotros los actores, dentro de seguridad vial, lucha para alcanzar el éxito.
Y cuando digo lucha, es porque se hace cargo de todas sus fortalezas, que lo llevan a un propósito y significado de su lucha.
Eddie The Eagle (Volando alto, 2016). En la película, el joven actor británico, Taron Egerton (Kingsman: The Secret Service, 2014), interpreta a Eddie Edwards, un yesero sin dinero que alcanzó la fama internacional durante los Juegos Olímpicos de Calgary 1988 como el primer británico en participar en el salto de esquí. Eddie no tuvo éxito en el sentido clásico de la palabra; pero, a pesar de llegar en último lugar en los dos eventos en los que participó, él se ganó la admiración y el cariño de miles de personas, y demostró que cualquier persona, independientemente de la posición social o económica, podría competir al más alto nivel.
Debido a que la popularidad y presencia mediática de Edwards empezó a rayar en la exageración, sus detractores se hicieron más fuertes. Fue calificado como “un payaso” por el Junge Welt, un periódico de Alemania del Este, que preguntó: “¿A dónde irán los Juegos Olímpicos si se le sigue aplaudiendo a un tipo como Eddie Edwards en lugar de reconocer los verdaderos logros deportivos de todos aquellos que los superan con creces?”.
“Lo que me molesta es cuando los periódicos lo llaman un perdedor. Nada de Eddie, sino un perdedor”, declaró Sam, la esposa de Edwards, a The Guardian en una entrevista de 2007.
¿Acaso un perdedor puede competir en los Juegos Olímpicos de Invierno a pesar de no tener patrocinador? ¿Podría un perdedor venir de un país donde no hay saltos de esquí y, sin embargo, competir al más alto nivel? No lo creo”.
Seguramente, estimado lector usted pensará que no es muy objetiva la declaración de su derechohabiente esposa, pero para aquellos que analizamos, vemos más que nunca por qué tenía un propósito firme y consolidado significado en esta actividad.
De hecho, lo único que Edwards perdió en los Juegos Olímpicos de Calgary fue la formalidad de los juegos. A través de diversas ofertas y apariciones en programas de televisión, Edwards afirmó haber ganado entre 500.000 y 600.000 libras en 1988.
Y además de su trabajo en la construcción, tiene un flujo constante de conferencias, charlas motivacionales, por no hablar de la venta de los derechos cinematográficos de su historia, le permitió a Eddie, su esposa y sus dos hijos vivir cómodamente. Es lo mismo que toda medalla de oro hubiese logrado obtener, y tengo un pergamino de todos los que han estado en el podio, y no ha podido lograr algo de todo lo que Edwards, logró.
Su heroico fracaso de 1988 sigue siendo una parte del folclore Olímpico de Gran Bretaña, y el filme Eddie The Eagle se compromete a difundir el mensaje de que el trabajo duro y la perseverancia, incluso en ausencia de la riqueza, puede producir grandeza.
Significado y propósito
Desde nuestro espacio Clases de Manejo “San José” –clic acá para visitarnos en Facebook– vemos que la primera clave es distinguir entre significado y propósito. Dichos términos suelen emplearse indistintamente, pero desearía señalar una diferencia entre ambos para ayudarle a aplicarlos en la pulsión de la seguridad vial.
El propósito es un objeto último o un fin que ha de alcanzarse. Es una meta. El significado tiene que ver con el modo en que comprende los hechos de seguridad vial, sobre una base continuada. El significado se encuentra en el modo en que ocurren las cosas, no necesariamente en el resultado final.
La comprensión depende de la experiencia, y el significado (al igual que la experiencia) es muy personal.
Imagine que está sentado en un restaurante, mirando el menú. ¿Cuál es el propósito del menú? Ayudarle a elegir algo para comer. ¿Cuál es su significado? Ofrecerle información acerca de sus posibles elecciones. Si está en un restaurante en Francia y no habla francés, el menú no significará nada para usted (a pesar de que conozca su propósito).
Así pues, es posible encontrar propósito sin significado. Por otra parte, si no tiene ningún problema para comprender el menú, pero los precios del restaurante son tan elevados que no puede o no quiere pedir nada para comer, en ese caso el menú tiene significado para usted, pero su propósito no le sirve.
Por tanto, puede encontrar significado sin propósito. Imagine, ahora, a un individuo que nunca ha entrado en un restaurante y que, además no sabe leer el menú, para él, carecerá de significado y tampoco tendrá propósito alguno.
Finalmente, supongamos que el menú incluye varias fotos de diversos y apetitosos platos y que una persona, en lugar de pedir la comida, empieza a comerse las fotos. Sin duda, estará confundiendo el significado con el propósito.
Lo mismo ocurre cuando viaja en coche y consulta el mapa de carreteras. El significado del mapa es la representación del territorio; el propósito del mismo es guiarle hasta su destino.
Para ir concluyendo, sabemos que no basta con trazar una ruta sobre el mapa para llegar al lugar deseado, lo que sería, una vez más, confundir significado y propósito. Este es, en esencia, la situación problemática, las estadísticas de siniestralidad en la cantidad de personas que perecen en nuestras rutas, tienen el propósito de mostrarnos en números la situación a la hora de circular. Pero el significado es confundido y malogrado, dado que si hacemos guarismos pero no lo hacemos como corresponde, por ejemplo, si tomamos sólo los fenecidos en el lugar, el significado es incompleto… En el caso de Edwards, su propósito era representar a su país, logró clasificar. Y cumplió con el significado, dado que tuvo la impresa de la comunicación que, derecho – torcido, lo puso a la par de los que estaban con medallas colgadas en el cuello… coronando la gloria en conferencias por todo el mundo… Y pasar a la inmortalidad en el séptimo arte…
Textos consultados
-The Winter Olympics, escrito por Ron C. Judd (2008).
-Great Olympic Moments, escrito por Michael Hurley (2012).
-The Eagle has Landed, por Clive Gammon. Publicado el 14 de marzo de 1988 en Vault.
-Reappraising Eddie `the Eagle´ Edwards, por Steven Pye en The Guardian.
-Whatever Happened to Eddie the Eagle, Britain`s Most Lovable Ski Jumper, por Franz Lidz en Smithsonian Magazine.
-Eddie The Eagle, artículo publicado en la revista Skiing, enero 2010.