Luis Espinal nació en 1932, cerca de Manresa España. A los diecisiete años ingreso en la compañía de Jesús. Se licenció en filosofía y letras. Fue ordenado sacerdote en 1962.
Obtuvo su título de periodista en la Escuela Superior de Periodismo y Medios Audiovisuales de Bérgamo, Italia.
Muy pronto su espíritu misionero lo condujo a Bolivia (1968). Dos años más tarde ya había obtenido su nueva nacionalidad.
Como crítico de cine, periodista y experto en medios, coopero activamente con el desarrollo.
Colaboró con el matutino Presencia. Integró el equipo de redacción de Radio Fides y, por breve tiempo, ocupo su dirección. Se desempeñó como comentarista. Realizo varias producciones para cine y televisión. Publico libros sobre cine, orientando la formación de una conciencia crítica. Fue profesor en la Universidad Mayor de San Andrés y en la católica, de La Paz.
Identificado siempre con las luchas y esperanzas del pueblo boliviano, integró el equipo fundador de la asamblea permanente de los Derechos Humanos de Bolivia, en 1976. En enero de 1978, se plegó a la masiva huelga de hambre que rompió el esquema del gobierno militarista de Banzer. Desde entonces, más que nunca, puso al servicio de los oprimidos sus dotes de comunicador dirigiendo el semanario. Aquí, desde donde denuncio las injusticias y reclamo la organización de los explotados.
Y en la noche entre el 21 y el 22 de marzo de 1980 fue secuestrado, cobardemente torturado y asesinado por un comandante paramilitar.
Luis Espinal nos dejó muchas páginas de contenido estrictamente religioso: los comentarios del evangelio para sus audiciones de todos los días, cursos de teología (de la comunicación, de la liberación), entre otros temas.
Estas “Oraciones a quemarropa” fueron encontradas entre sus manuscritos, con este título. Hoy las presentamos junto con algunos de los cierres de sus programas radiales.
Al meditarlas, se aprecia el ímpetu del fuego interior de su actor. Y se sospecha porque cada una de las oraciones encenderá, seguramente, el compromiso de muchos cristianos más.
Introducción:
ORACIONES A QUEMARROPA Solo quisiera decir una cosa: que orar es fácil. Para hablar con Dios no hace falta hacer nada raro; basta hablar.
Hablar con Dios es fácil como hablar con un amigo.
Y a Dios se le puede decir todo, sin miedo a ninguna censura; ha de ser un dialogo sin convencionalismos. A veces, en la oración, olvidamos la sinceridad brutal de Moisés, de Job o de Jeremías; su oración no era ciertamente conformista. Ante Dios debemos presentarnos como somos, sin reticencias. El resto es hipocresía.
Las ORACIONES A QUEMARROPA carecen de unidad de estilo, de unidad de humor; son superficiales o cerebrales; según los días. Se puede hablar con Dios bajo todas las lunas.
Si encuentras alguna frase teológicamente poco científica, piensa que Dios la echará a buena parte; y para ti puede ser una ocasión de inquirir y profundizar tu fe. Cualquier comparación con el pasado será una pura casualidad para los tiempos que corren.
Luis Espinal y el sin egoísmo casi como una cuestión común al decir ORACIONES A QUEMARROPA, debería ser un primer volumen el segundo lo puedes escribir tú. Luis Espinal nos enseña a tener un espíritu crítico, él nos deja una simple opinión tomando ese compromiso de vida, el que encontró la muerte ante un gobierno militar que precedía Bolivia, será otro Videla del continente y ahora casi en democracia no se garantiza el derecho fundamental como es el derecho a la vida. Hace más de 50 días no podemos decir que encontraron a Maldonado ya sea vivo o muerto al menos para darle una explicación a una madre que sufre por su hijo sin saber nada de él. Ahora me pregunto dónde están las instituciones religiosas que no expresan un acto de solidaridad y de preocupación por esta situación, aquí lo que está en juego es la vida del rebaño de Dios.
Que se entienda que esto no es una protesta sino un acto de reflexión para defender la vida y que no pueda ser arrebatada.