A pesar de que los medios reflejan mayormente los efectos de las inundaciones en el Caribe, en la Provincia de Buenos Aires con un nivel de lluvias igual al año 2001, el impacto de las inundaciones fue mucho más grave. La responsabilidad del monicultivo. Peligra el 25 por ciento de la producción agrícola y el 26 por ciento de la actividad ganadera. Prevén un aumento de precio de la carne.
Por Franco Spinetta para Página/12
Un informe de Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) encendió las alarmas a principios de este mes. El texto indicaba que había más de 8 millones de hectáreas afectadas por las inundaciones, una situación que se agravó -y mucho- con las lluvias de este fin de semana, con pérdidas millonarias y pueblos aislados por la subida del agua.
El relevamiento advertía también que el 25 por ciento de la producción agrícola estaba en riesgo. Según indicó a Página/12 el presidente de Carbap, Matías De Velazco, con las últimas lluvias la actividad ganadera también se vio resentida en un 26 por ciento y es “muy probable que haya una caída en la oferta”, lo cual redundaría en un aumento del precio de la carne en el corto plazo.
Con media provincia debajo del agua, el reclamo del sector agropecuario se centró en la necesidad de concretar obras hídricas de dimensiones para canalizar el agua estancada en la zona centro-norte bonaerense. “La única solución son las obras hídricas, que van a llevar años y van a atravesar gobiernos, y que encima no pueden comenzar hasta que baje el agua”, dijo el presidente de Carbap. En el corto plazo, De Velazco exigió al Gobierno nacional que “agilice la burocracia de la ayuda para productores que perdieron todo”.
Según estiman en esta entidad, las pérdidas alcanzan unos 1.500 millones de dólares y “ya no se puede hablar de cosecha récord”, puesto que la siembra de trigo y cebada está prácticamente frenada. “El modelo de producción no tiene nada que ver con esto, hay gente que cree que los suelos absorben menos que antes y no es así, no es verdad”, señaló De Velazco, al ser consultado sobre las críticas que empiezan a surgir por el estado de los suelos en la provincia luego de 25 años de utilización en base al modelo de siembra directa, agroquímicos y monocultivo, principalmente de soja.
Sin embargo, para el director del Instituto de Suelos del INTA, Miguel Ángel Taboada, el problema que atraviesa la provincia de Buenos Aires no es de lluvias, sino de suelos. “Hubo años en que llovió lo mismo o más, como el 2001, y no tenías media provincia inundada”, dijo Taboada a Página/12. “Esencialmente, lo que sucedió en los últimos 25 años fue que desaparecieron 8 millones de hectáreas de pasturas y 5 millones de hectáreas de bosque, que consumían muchísima agua por año”, explicó. Y añadió: “Esas 13 millones de hectáreas fueron destinadas principalmente al monocultivo de soja -que no tiene nada de malo en sí como cultivo-, que consume la mitad o menos de agua y hace que el suelo tenga menos absorción”.
Con las napas cargadas hasta el límite y un suelo compactado por la falta de rotación de cultivos, un período de lluvias como el de los últimos meses redunda invariablemente en inundaciones. Taboada: “Es una cuenta de almacenero: lo que antes se absorbía, más allá de que tengas lluvias por encima de la media, ahora queda en la superficie y se desliza hacia las zonas más bajas, que son las que están inundadas”. A esto se le suma la situación en las cuencas altas, en Córdoba y San Luis, donde hubo un feroz desmonte con fines agrícolas y urbanísticos, que generó corrientes más densas de agua y sedimentos hacia la llanura.
Para el director de Suelos del INTA “todo el mundo está pidiendo desesperadamente canales, pero en seis años vamos a tener una sequía, y la provincia de Buenos Aires está llena de canales, que ayudan, pero no alcanzan». «Es un problema de usos de suelo”, insistió.
Para el ambientalista Franco Segesso, ex coordinador de Agricultura de Greenpeace, estamos en un «momento bisagra». «Que haya un 25 por ciento de pérdida de la producción agrícola tiene que hacerlos reflexionar. ¿Hacen más obra pública o replantean el modelo de producción? Esa es la pregunta. La situación es crítica y va a ser peor si se continúa de esta manera»
Segesso asoció el «cortoplacismo» por el nivel de «presencia de grandes empresas en el propio Gobierno: Leandro Sarquis, ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires, fue gerente general de Semillas de Monsanto». «Estamos con media provincia inundada y un ministro de Monsanto, claramente no es una buena ecuación», indicó.
Por último, reclamó «políticas públicas que apoyen a los productores agroecológicos». «Esa alternativa no existe para el Gobierno y cada vez se hace más difícil. No hay presupuesto para trabajar en otro modelo, ¿Tienen miedo de encontrar otra forma de producir que sea más eficiente, más amigable con el ambiente pero no tan lucrativa para las empresas del sector?», cerró.