San Luis (LaNoticia) 08-05-17. Una de las deudas más grandes que tiene esta gestión municipal, sin dudas, es no solucionar el caos vehicular.
Al intendente Enrique Ponce no le gusta que uno tilde de “caos” la situación vehicular existente en San Luis, pero la realidad se empeña en mostrarle que o bien no se hace nada para cambiar, precisamente, esa realidad, o lo que se hace, no se lo está haciendo muy bien, si uno mira los pésimos resultados.
Un día cualquiera de nuestras vidas, no importa cuál, uno se sube a un vehículo con la intención de ver cómo es la situación en el sistema vial del micro y macro centro puntano, y lo que ve es un abandono tal de los controles que nota la desidia municipal para intentar, al menos, algún tipo de control. Es evidente que la gestión municipal capitalina está más preocupada por otros temas, y deja de lado algo que debería ser vital para la vida de una ciudad, como lo es el tránsito, tanto vehicular como peatonal.
Con muy buen criterio, en su primera gestión, Ponce buscó desalentar al automóvil con la redimensión de veredas en el micro centro, lo que le daba más espacios al peatón, algo que ya venía gestionándose desde la intendencia de Daniel Pérsico, con el inicio de las peatonales. Pero ese hecho solo, es evidente, no basta para ordenar algo el tránsito.
De hecho, en esas calles con veredas más anchas y calzada vehicular reducida, es donde menos se respetan las normas viales, puesto que está prohibido estacionar y los automovilistas hacen caso omiso y estacionan como si nada, en definitiva, `solucionan su problema transfiriéndoselo a los demás, como si nada´. Y esto lo hacen en las mismas narices de inspectores municipales. Y cuando uno les recrimina a esos inspectores que no hacen nada para reparar la infracción, nos dicen “¿Qué quiere que hagamos? Si les decimos que no se puede estacionar y no nos dan bolilla”. Si bien el inspector de tránsito debería tener poder sobre el automovilista, en San Luis no lo tiene, por lo que habría que poner policías en esa función, o simplemente un talonario de infracciones en mano, para labrar el acta correspondiente cuando el automovilista no hace caso a la indicación del inspector. Como decían en la colimba, “lo que no entra por la cabeza, entra por los pies” y venía el `baile´ asegurado.
Ponce es de los que piensa que para los controles `no hay que ser tan estrictos´, pensamiento que desapareció hace mucho tiempo en las ciudades importantes del mundo donde sí tienen políticas de Estado en lo que respecta al control de tránsito.
Si uno deja a un automovilista `cinco minutos´ de estacionamiento en un lugar prohibido, tendrá decenas, centenas o miles de otros automovilistas exigiendo esos `cinco minutos´ de tolerancia, y allí muere el espíritu de la prohibición. Como ejemplo podemos mostrar las calles donde se conduce el transporte público de pasajeros, donde está terminantemente prohibido el estacionamiento vehicular, si uno deja que alguien estacione “en nombre de la tolerancia”, ese vehículo ya le impide al colectivo transitar por el carril derecho, lo que pone al colectivo en el carril izquierdo -incluso allí para ascender y descender pasajeros- lo que obstruye la vía y provoca embotellamientos. Eso con un vehículo, pero cuando uno transita estas calles en la realidad, ya ve que no es uno ni dos ni tres, sino que hay hasta cuadras enteras de transporte público obstruidas por automovilistas que estacionan donde no se debe hacerlo. En este caso, de las calles destinadas para el transporte público de pasajeros, la Municipalidad debería marcar los dos carriles -izquierdo para automovilistas y derecho solo para colectivos- y dividir ambos carriles con instrumentos que imposibiliten al automovilista ir al carril derecho, con lo cual ya nadie podría estacionar en estas calles. Asimismo, esos instrumentos evitarían que los colectiveros circulen por el carril izquierdo, entorpeciendo el tránsito a los vehículos particulares.
El automovilista puntano está acostumbrado a estacionar en el atrio de la iglesia donde va a misa o enfrente del bar donde toma café o enfrente de la agencia de quiniela para jugar una boletita o enfrente de la escuela donde deja a sus hijos. Esto, definitivamente, debe cambiar.
Es deber de la Municipalidad hacer las cosas para que el automovilista entienda que si lleva a su hijo a una escuela donde no se puede o hay complejidad para estacionar, debe buscar una de dos alternativas: o lo lleva a otra escuela donde el estacionamiento no sea un problema o se acostumbra a buscar un estacionamiento válido a unas cuadras de la escuela y llega hasta ésta caminando con su hijo, algo que contribuye a su salud y a la relación con los niños. Y lo mismo para cualquier otra actividad que tenga el mismo problema en común.
Pero para lograr esto, debe haber tolerancia cero. Si está prohibido estacionar, está prohibido, al menos así funciona en las grandes ciudades del mundo, pero claro, San Luis no debe estar en ese rango de ciudad.
Hasta acá solo hablamos del estacionamiento, pero también está la falta de control sobre los peatones que hacen caso omiso a la norma vial que señala que para cruzar una calle, sólo se puede hacer por las esquinas y en consecuencia, cruzan por cualquier lugar de la cuadra. Falta señalar que no se controla a los vehículos en la velocidad con que deben cruzar una esquina, la que no debe superar, en ningún caso, los 30 km/h. Falta señalar que más del 80 % de los automovilistas puntanos no respetan la prioridad absoluta que tiene el peatón para cruzar en una esquina, cuando uno intenta cruzar en la esquina, no falta el que le tira el auto encima como diciendo `acá paso yo´, sin importar lo que diga la norma de tránsito. Falta señalar que en San Luis no se respeta el derecho prioritario de paso de quien circula por una rotonda -esta falta de control es compartida con el Gobierno provincial-. Falta señalar el descontrol que hay en las esquinas semaforizadas donde no se castiga a quienes pasan con el semáforo en rojo -esta falta de control es compartida con el Gobierno provincial-.
En la galería de fotos se puede observar el caso omiso que hacen los automovilistas a la prohibición de estacionar en distintas arterias capitalinas del micro y macro centro.
Carlos Rubén Capella
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