El presidente quiere cambiar de piezas en la crucial Cámara baja en donde este año pudo sancionar las leyes más importantes de su administración pese a tener minoría, en parte gracias a la pericia de Monzó.
Pero las diferencias de la cúpula del Gobierno con el diputado oriundo de Carlos Tejedor se hicieron públicas en los últimos meses.
Monzó es muy crítico de la estrategia centralmente basada en el marketing comunicacional del Gobierno -en especial de Jaime Durán Barba y Marcos Peña- y es el único dirigente del PRO que se anima a ventilar las críticas que suelen hacer por lo bajo varias figuras importantes del partido amarillo. Incluso, en los últimos días provocó un cimbronazo en todo el Gobierno al pedir cambios de gabinete.
Monzó ya resistió este año un intento por desplazarlo, cuando desde el Gobierno enviaron a Elisa Carrió a tantear a Mario Negri para que lo reemplace. El radical rechazó de plano la movida.
Es por eso que desde hace tiempo Macri piensa en un recambio para la Cámara y según confirmaron, hizo un intento para desplazar a Monzó este mismo año y le ofreció el puesto al radical Mario Negri. Pero el cordobés rechazó de plano la movida.
El problema que enfrenta Macri es que Monzó logró un respeto de sus pares de casi todos los bloques y su cargo debe ser votado. Es por eso, que en la Casa Rosada se resignaron a que sobre fin de año se lo elija para otro año al frente de la Cámara Baja.
Como dentro del bloque del PRO Macri no tiene diputados con volumen político para manejar la Cámara, tiene en mente colocar a una figura fuerte en la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires para luego darle la presidencia del cuerpo deliberativo cuando asuma en diciembre del año que viene.
En ese contexto le pidió a Ritondo que sea candidato a diputado. De extracción peronista como Monzó, Ritondo fue elegido por Macri para una tarea similar pero a nivel porteño: fue el titular de la Legislatura durante el último mandato del líder del PRO en la Ciudad y le consiguió una infinidad de leyes, consiguiendo incluso el respaldo de los legisladores de La Cámpora.
Ahora, Macri ve a Ritondo como uno de los pocos dirigentes del PRO capaces de negociar con el Frente para la Victoria y con Sergio Massa, una clave para conseguir leyes en minoría.
Pero el presidente tiene un obstáculo importante: María Eugenia Vidal. La gobernadora no quiere perder a su ministro de Seguridad, que además de manejar el área más sensible de la provincia es uno de los pocos dirigentes con peso político propio del gabinete bonaerense.
Es curioso como se dan las cosas. Si bien la gobernadora reconstruyó en parte el diálogo personal con el presidente de la Cámara de Diputados, sigue decidida a evitar que tenga injerencia en la definición de las listas de la provincia, un rol que Monzó considera natural ya que es el dirigente del PRO con más conocimiento de la política bonaerense.
Esa diferencia de fondo no es óbice sin embargo, a que hoy sea su principal aliada, por la resistencia a desprenderse de Ritondo.