Todos en movimiento. Unos corren a velocidad crucero; los otros caminan en marcha firme; los más, acompañados; los menos, solitarios. Están los ciclistas que cruzan fugazmente, los patinadores que levantan un pie para apoyar el otro y un puñado de skaters que toma velocidad en zigzag. Como zombis aparecen los peatones tecnológicos… Terminada la misión, estacionan en la vereda para estirar piernas y brazos en -la expresión los delata- un esfuerzo sobrehumano. Cada engranaje cumple su función en el cosmos de la ciudad bajo la mirada de los puestos de choripán y bebidas azucaradas.
Tanto entrenadores como fanáticos miran con entusiasmo la creciente popularidad de estos deportes que ocupan creativamente el escenario urbano y que, por eso, muchas veces entran en conflicto con otros actores del espacio público.
La ordenanza vigente propone una veda al uso de longboards, skates, monopatines, rollers y similares en las calles porque no cumplen las condiciones del Código de Tránsito. Por tal motivo, y para que nuestros niños no violen las leyes, debería haber lugares específicos para el deporte del skate así se mejora la seguridad vial.
A propósito, el analista en planificación urbana del BID, Sebastián Lew, señaló recientemente la relación virtuosa entre espacios verdes urbanos y salud pública: promueven la actividad física, contribuyen a la salud mental, proporcionan oportunidades para el desarrollo de relaciones sociales y disminuyen los riesgos del ambiente urbano (polución del aire por ejemplo). Creemos fehacientemente que todas estas acciones positivas influyen directamente en la seguridad vial.
Holgazanes con delivery y play station
Lejos del beneficio de una vida activa al aire libre, Argentina es un país primordialmente sedentario. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada por el Ministerio de Salud de la Nación, más de la mitad de la población adulta tiene exceso de peso y no realiza suficiente actividad física.
El sedentarismo, bautizado por la Organización Mundial de la Salud como la epidemia del siglo 21, es un factor de riesgo creciente vinculado a la obesidad, enfermedades coronarias, trastornos musculoesqueléticos, hipertensión arterial, problemas cerebrovasculares y diabetes tipo dos. Las enfermedades cardiovasculares provocaron el 30 por ciento de todos los fallecimientos en Argentina, constituyéndose en la principal causa de muerte.
Nuestra sociedad es sedentaria porque esto es un proceso alimentado por la misma gente que habita en ella. La realidad cotidiana nos acerca bienes y servicios sin ningún esfuerzo. El delivery nos ofrece alimentos ricos en grasas en la puerta de nuestra casa sin relación alguna con el gasto energético para conseguirlos. Esto empeora con el consumo indiscriminado de medicamentos o drogas. La cultura del confort trabaja para el sedentarismo. La actividad física no alcanza si no se convierte en un hábito saludable.
Lento cambio de mentalidad
El desafío de adoptar un estilo de vida sano cruza numerosas variables. Las 24 horas del día deben ser compartidas por el tiempo de trabajo o formación y el tiempo de ocio, que puede adoptar múltiples formas: tipos de ocio activos como el deporte o tipos pasivos.
Si bien las estadísticas de salud pública no son alentadoras, existen otros índices que hacen pensar en un cambio lento y progresivo. Según la Cámara Argentina de Comercio Mayorista y Minorista de Bicicletas, Partes, Rodados y Afines (Commbi), entre 2002 y 2012 creció tres veces la venta de bicicletas en el país. Desde 2012, supera a la venta de automóviles y, a pesar de las trabas comerciales a la importación de partes, en 2013 fueron vendidas aproximadamente 740 mil bicicletas más que automóviles, en relación con las cifras publicadas por la Cámara del Comercio Automotor.
El fenómeno ha evolucionado desde sus raíces como deporte y transporte hasta convertirse en casi un acontecimiento cultural.
A principios de los años ´90 nació en San Francisco, California, uno de los más ilustres grupos sociales de la alquimia ciclista. Un conjunto de personas organizó un paseo colectivo al que llamó “masa crítica” en referencia a la forma en la que ciclistas chinos, dada la ausencia de semáforos, debían esperar a que hubiera suficientes ciclistas en una esquina para enfrentar la marea de automóviles y poder llegar al otro lado. Desde entonces, la iniciativa ha cruzado el mundo y crecido en ideas para difundir una mentalidad verde.
Hay un sentido anárquico en el uso de la bici como estilo de vida porque condiciona nuestro entorno. La cultura del automóvil promueve algo totalmente distinto porque sirve para ir de un punto a otro sin compartir con los demás y sintiendo que todo lo que se atraviesa en su camino es una molestia”, agrega.
Lo más complicado es el tránsito. El parque automotor es muy importante y va creciendo enormemente todos los años. Actualmente rige la ley de la selva, por la que los más grandes tienen prioridad. Respecto de las facilidades, hay espacios como, el Parque de las Naciones y la costanera, que son lugares muy verdes y saludables, pero ninguno es promovido como se debe por las autoridades que les cabe la jurisdicción.
Tenemos que trabajar en el respeto entre los actores del tránsito porque el problema tiene más que ver con las personas que con el vehículo que manejan. Al mismo tiempo deberíamos trabajar en límites de velocidad y en intermodalidad (distintos medios de transporte interconectados) porque, en este caso, el colectivo debería ser un aliado. Las autoridades construyen bicisendas, pero, al mismo tiempo, se llevan adelante obras faraónicas para el automóvil como son las autopistas, en la que no contemplan ni al ciclista ni al peatón. Hay que ser coherentes.
Sin ruedas
El boom de los deportes urbanos ha generado una enorme diversidad de opciones. Sobre el asfalto pueden combinarse materiales, sistemas de tracción y cantidad de ruedas para pensar en dispositivos de lo más disímiles: longboards, skates, trial bines (sin asiento, utilizadas en recorridos con obstáculos), BMX, bici de carrera y rollers en sus diferentes especialidades (slalom, agressive, rollerblade, velocidad o freestyle).
Para los que quieren prescindir de las máquinas y apostar exclusivamente por su propio cuerpo existe el running (correr) y el parkour, el arte de desplazarse a través de obstáculos urbanos como muros, vallas y techos, valiéndose sólo de las habilidades físicas.
Despreocupados, vuelven a sus casas. Hay un momento de la noche, luego de la hora pico, cuando los senderos desbordan de gente, en la que el parque empieza a despoblarse. Sólo la pista de skate permanece siempre ocupada. Los restaurantes cerraron sus puertas, los puestos de choripán bajaron sus persianas, el tránsito está suspendido y la música, siempre sonando de bajo fondo, está apagada. El parque en pausa. Terrazas de Portezuelo cerrada… fin de semanas incluidos. Desde este espacio preguntamos, si la sociedad cada vez trabaja más horas para poder llegar a fin de mes. No sería descabellado pensar que un domingo quisiéramos disfrutar de una caminata lo que hemos construido entre todos….
En comparación se me viene a la mente, los resabios belle époque que el arquitecto y urbanista Carlos Thays imaginó a finales del 1.800 para lo que entonces era una meseta elevada sobre la ciudad. Desde aquel diseño original, pensado para ser paseo de entretenimiento, el paisaje contemporáneo incluye adaptaciones deportivas que en general las políticas de gobierno han promovido… Los distintos atractivos, permanecen cerrados; los senderos alrededor del lago tienen pozos o desniveles, y no hay un solo surtidor. Pensar en abrir sus puertas, sería más barato que emprender pistas de deportes y tendría beneficios automáticos en los deportistas que visitan terrazas.
Vuelven serenos con la impresión de que pudieron sacarse un peso de encima. No hay cigarrillos a la vista y, si las estadísticas están en lo cierto, pertenecen a la minoría ilustre de la población que eligió un estilo de vida en movimiento. Vuelven, una vez reunida su cuota de actividad, al laberinto de cemento. Todo parece en armonía…