La organización humanitaria puso en entredicho la versión de EEUU que afirmó haber bombardeado y destruido «por error» el hospital de Kunduz y dijo que la noche del ataque «no había combates» en los alrededores y era la más tranquila en varios días.
Al presentar los resultados de una investigación interna, el director general de MSF, Christopher Stokes, dijo en rueda de prensa en Kabul que todo indica que el bombardeo del 3 de octubre pasado en la norteña ciudad afgana de Kunduz, en el que murieron 30 personas, buscaba «matar».
La noche del bombardeo «no había combates» en los alrededores, y de hecho «era tan tranquila, que algunos miembros del personal salieron a la calle por primera vez en cinco días», dijo Stokes sobre el ataque, que el Pentágono atribuyó a un «error» en la cadena de mando.
«Es muy difícil a estas alturas pensar que fue un error. La opinión desde dentro del hospital es que este ataque tenía la intención de matar y destruir», señaló el titular de MSF.
Según la investigación interna de la organización humanitaria presentada por Stokes, en el momento del ataque, había en el hospital 20 combatientes talibanes y siete miembros de las fuerzas afganas, todos ellos desarmados, como exigen las normas de ingreso a un centro de MSF.
El bombardeo se produjo en medio de una contraofensiva de tropas afganas que permitió recuperar Kunduz, capital de la provincia homónima, después que rebeldes talibanes tomaran la ciudad el 28 de septiembre, en su mayor logro militar desde el fin de su régimen tras la invasión de Estados Unidos en 2001.
El responsable de MSF destacó que no había «combatientes armados o luchando en o desde el terreno del hospital», de acuerdo con los testimonios, las fotografías, las grabaciones de conversaciones telefónicas y otro material revisado en este estudio.
La organización humanitaria insistió en su petición de una investigación independiente que determine si el centro de salud «perdió su estatus de protegido a los ojos de las fuerzas militares implicadas en el ataque y por qué».
«Todavía no sabemos qué pasó en las diferentes cadenas de mando», afirmó Stokes, quien apuntó que, si hubo un error, MSF quiere conocer «quién tomó la decisión final, designó como objetivo el hospital y dio la orden».
De los 30 fallecidos, 13 pertenecían al personal de MSF y 10 eran pacientes, mientras que siete cuerpos quemados quedaron irreconocibles. Asimismo, MSF teme que pueda haber más cadáveres entre los restos del hospital.
En el momento del ataque había 105 pacientes, 140 miembros afganos de MSF y nueve de otros países en el centro sanitario, en cuyo tejado ondeaban banderas de esta organización humanitaria y que ese día era uno de los pocos edificios iluminados de la ciudad, según Stokes.
MSF entregó una copia del informe al gobierno afgano y a responsables militares de Estados Unidos porque «algunos funcionarios afganos siguen diciendo que el hospital era una base talibán», dijo el titular de MSF.
Luego, Stokes calificó de «ridícula» la versión de que en el hospital de Kunduz se encontraban hasta 300 talibanes y que había combates.
El presidente estadounidense, Barack Obama, pidió disculpas a MSF por el ataque, y la Comisión Internacional Humanitaria de Ginebra activó una investigación independiente, el primer paso para analizar los hechos a la espera de que Washington y Kabul accedan a la apertura del procedimiento.
El hospital de Kunduz permanece cerrado y una comisión de MSF se ocupa de que se paguen compensaciones a las familias de las víctimas.
Una semana después del bombardeo, el Pentágono anunció que disponía de «la autoridad de hacer pagos (…) destinados a la reparación del hospital» de MSF bombardeado por Estados Unidos.
Sin embargo, la organización humanitaria dijo en un comunicado que «desde hace tiempo, la política de MSF es no aceptar fondos de ningún gobierno en sus misiones en Afganistán y otros conflictos. Esta política nos permite trabajar de manera independiente sin tomar partido por ninguna de las partes».