La municipalidad de Jerusalén comenzó a levantar un muro de concreto, similar al que ya separa parte de la Cisjordania ocupada, para aislar a un barrio palestino de una colonia de israelíes judíos. Además, el gobierno israelí rechazó la propuesta francesa para enviar fuerzas internacionales a la Explanada de la Mezquita, el corazón de la disputa que ya dejó 41 palestinos y siete israelíes muertos.
Hasta ahora las medidas tomadas por el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu habían sido autorizar el uso de balas reales contra todo manifestante y atacante, la demolición inmediata de las casas de las familias de los atacantes y la militarización de Jerusalén Este, la parte de la ciudad que la comunidad internacional reconoce como parte de la Palestina ocupada.
Las autoridades israelíes sumaron dos medidas más. Por un lado, la municipalidad de Jerusalén comenzó a levantar un muro de concreto, similar al que ya separa parte de la Cisjordania ocupada con Israel, entre el barrio palestino Jabel Mukaber y la colonia de Armon Hanatziv, un asentamiento habitado por israelíes judíos.
La ONU estima que cerca de medio millón de colonos israelíes judíos viven en colonias que la comunidad internacional considera ilegales en los territorios ocupados de Jerusalén Este y Cisjordania. Según adelantó la Municipalidad de Jerusalén a medios locales, el muro recorrerá unos 300 metros alrededor del barrio palestino. En 2004, la Corte Internacional de Justicia de la Haya, el principal órgano de Justicia de la ONU, declaró ilegal el muro de concreto que Israel construyó entre Cisjordania y Jerusalén y partes de Israel. Sin embargo, esa decisión nunca tuvo un efecto político concreto ni sanción contra Tel Aviv.
Por otro lado, los gobiernos de cuatro ciudades israelíes, incluida Tel Aviv, la capital comercial del país, prohibieron que trabajadores israelíes de origen palestino trabajen en las escuelas públicas, según informó la agencia de noticias Europa Press. Los palestinos representan la primera minoría en Israel y ascienden hasta un 20 por ciento de la población.
Bajo el argumento de la seguridad, las municipalidades de Tel Aviv, Rehovot y Hod Hasharon, todas en el norte del país, y de Modiin-Maccabim-Reut, una localidad a medio camino de Jerusalén, anunciaron que prohibirán que trabajadores de «una minoría» -un eufemismo usado para referirse a los israelíes de origen palestino- ocupen cargos de mantenimiento y limpieza.
Esta última ola de violencia, ataques y represión comenzó a principios de octubre, específicamente en la simbólica Ciudad Vieja de Jerusalén. Durante meses la tensión política y religiosa creció alrededor de la Explanada de las Mezquitas, un complejo que alberga la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aqsa, el lugar más sagrado para los musulmanes en Jerusalén, precisamente en la Ciudad Vieja.
La explanada, además, es reivindicada por los judíos como su sitio más sagrado ya que allí se levantaba hace más de 2000 años el llamado Templo de Jerusalén, destruido por el Imperio Romano y cuya principal ruina es el Muro de los Lamentos. Tras la ocupación israelí de Jerusalén Este en 1967, Tel Aviv y Jordania acordaron que éste último administraría la Explanada de la Mezquitas -conocido como el Monte del Templo por los judíos- y que sólo los musulmanes podrían rezar allí, mientras que los judíos se limitarían a visitar el lugar.
Las limitaciones impuestas por el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a los fieles palestinos para entrar a la explanada y los cada vez más frecuentes choques con las fuerzas de seguridad israelíes fueron creando un clima de tensión política y denuncias de parte de Palestina y de Jordania, encargado oficial de la explanada.
Francia propuso recientemente que la tensión y la violencia podían disminuir si fuerzas internacionales garantizaban la seguridad del complejo de la explanada y el cumplimiento del acuerdo de 1967. Netanyahu se negó. «Israel no puede aceptar el proyecto de resolución francés ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No menciona la incitación palestina; no menciona el terrorismo palestino, y llama a la internacionalización del Monte del Templo», sentenció Netanyahu al inicio de la reunión semanal de su gabinete.
«Vimos en todo Medio Oriente, en Palmira, en Irak y en otros lugares cómo militantes musulmanes hacen explotar hasta el cielo las mezquitas del otro. Lo acabamos de ver en un santuario judío, en la Tumba de José (en la ocupada Cisjordania). Sólo Israel y únicamente Israel, es el garante de los lugares santos en el Monte del Templo», afirmó el premier israelí, comparando a los palestinos con la milicia radical del Estado Islámico.