La canciller de Alemania viajó a Ankara para tratar de sellar un acuerdo que permita frenar el incesante flujo de personas de Medio Oriente hacia el Viejo Continente. Tras reunirse con el primer ministro Ahmet Davutoglu, Merkel se mostró lista para «acelerar» el proceso de ingreso de Turquía a la UE y destacó que ese país no recibe «suficiente dinero» para hacerse cargo de los más de dos millones de refugiados sirios que viven en su territorio.
«La migración ilegal no es una solución. Un país en solitario no puede asumir la emigración o la huida de gente en dificultades. Debemos tener una migración regulada y coordinada y debemos ver formas de apoyar a Turquía y cómo posibilitar una migración regulada hacia la Unión Europea», aseguró Merkel, al justificar el acuerdo que se cocina entre Bruselas y Ankara.
En lo que va del año, Frontex, la agencia europea que controla las fronteras del bloque regional, estimó que más de 710.000 refugiados e inmigrantes, principalmente de Medio Oriente y África, entraron a la UE, una cifra muy superior a la del año pasado y a los 160.000 refugiados que los líderes europeos acordaron repartirse en los próximos dos años. La mayoría de los recién llegados intentan llegar y establecerse en Alemania o en los países nórdicos, los más ricos de la UE y los Estados que más oportunidades laborables ofrecen en estos momentos en que el sur del continente sigue inmerso en una profunda crisis económica.
Pero el viaje hasta el sur europeo sigue siendo muy peligroso, especialmente en el mar Mediterráneo. Tres chicos y dos mujeres murieron y un hombre está desaparecido luego que dos barcazas naufragaran ante las costas de las islas griegas de Kastelorizo y Farmakonisi, en el mar Egeo, cuando trataban de entrar en Grecia desde Turquía.
Según la prensa local, un buque con bandera de Estados Unidos rescató a 11 refugiados, cuya embarcación estaba a la deriva cerca de Kastelorizo, situada a escasos tres kilómetros de la costa sur de Turquía. En este naufragio murieron un bebé, un niño y dos mujeres, mientras que un hombre está desaparecido.
Al mismo tiempo, los refugiados cada vez tienen que superar más obstáculos en la llamada ruta de los Balcanes, que va desde Turquía por mar hasta Grecia y luego a través de Macedonia, Serbia y Croacia para finalmente cruzar por Hungría, Austria y Alemania.
El cierre reciente de la frontera húngaro-croata obligó a miles de refugiados a desviar la ruta hacia Eslovenia, un país que, sin embargo, anunció que no recibirá a más de 2.500 personas al día y advirtió que las admisiones dependerán de a qué ritmo continúen su camino. Esta situación, ya está causando cuellos de botella en toda la ruta. El Ministerio del Interior croata anunció que 4.000 personas esperan desde el sábado en Opatovac, en la frontera con Serbia, para poder seguir su camino hacia Eslovenia.
Pero ni los cierres y las limitaciones fronterizas ni la travesía cada vez más peligrosa a través del Mediterráneo están frenando a las miles de personas que escapan de la guerra y otros tipos de violencia armada en sus países. Por eso, la UE se concentra ahora en sellar un acuerdo con Turquía, el país de entrada para todos los refugiados e inmigrantes que provienen de Medio Oriente y Asia y de muchos que viajan desde África.
El premier turco, Davutoglu, aseguró que está dispuesto a colaborar con Alemania «para combatir la inmigración ilegal» y destacó que su país espera a cambio «acelerar el proceso de adhesión a la Unión Europea».
Hace años que Turquía pide ingresar a la UE, sin embargo, varios países bloquean su candidatura. Merkel prometió reactivar el proceso. Además, la canciller se mostró abierta a discutir los 3.000 millones de euros que Ankara espera recibir para mantener a los más de dos millones de sirios que viven en precarios campos de refugiados en el país desde hace años.