Un motín iniciado el martes en una cárcel de la ciudad de Londrina, en el estado de Paraná, concluyó ayer con un herido grave y la liberación de al menos diez rehenes, informaron las autoridades.
El motín se produjo en la Penitenciaría Estatal de Londrina II y concluyó después de 24 horas, según dijo el director general del Departamento de Ejecución Penal, Luiz Alberto Cartaxo Moura.
Un grupo de amotinados se subió al tejado del centro y lanzó al vacío a uno de los rehenes, quien fue trasladado al Hospital Universitario de Londrina, donde se encuentra ingresado en estado grave.
Además, tres presos consiguieron huir en la madrugada de ayer después de abrir un agujero en una de las paredes de la cárcel, aunque uno de ellos ya fue capturado por las autoridades.
La Policía Militar (PM) informó que se vio obligada a utilizar balas de goma para contener un segundo intento de fuga por parte de un grupo de presos.
Durante la protesta, los presos rompieron vidrios, tejas y prendieron fuego a colchones, y protestaban para pedir mejorías en las condiciones de la cárcel y medidas contra el hacinamiento del centro, con capacidad para cerca de 900 reclusos y donde actualmente hay unos 1.200 presidiarios.
El hacinamiento en las cárceles brasileñas es uno de los factores apuntados por organizaciones internacionales como los principales motivos de los frecuentes motines, en un país que tiene la cuarta mayor población carcelaria del mundo.
Las 1.424 cárceles de Brasil tienen capacidad para 376.669 personas y albergan a 607.730 presos, según un informe divulgado el pasado junio por el Ministerio de Justicia.
El propio ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, ha llegado a calificar las condiciones de las cárceles del país como «medievales» y «las verdaderas escuelas del crimen» en Brasil.