En una movilización poco común en Japón, más de 100.000 personas se concentraron frente al Parlamento nacional para protestar contra la inminente aprobación de una nueva ley militar que permitirá que el país participe de conflictos y guerras en el extranjero, algo prohibido por la Constitución pacifista aprobada después de la Segunda Guerra Mundial.
Liderados por grupos de estudiantes, la multitud soportó durante el día la constante lluvia y cantó una y otra vez consignas como «No a la legislación bélica», «Borren las leyes ya» y «Abe renunciá», en referencia al primer ministro y principal impulsor de la reforma, Shinzo Abe.
La reforma de la ley de las llamadas Fuerzas de Auto Defensa japonesas fue posible porque Abe aprobó el año pasado una muy cuestionada reinterpretación de la Constitución Nacional que el país aprobó después de la humillante y devastadora derrota al final de la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los puntos claves de esa Carta Magna, impuesto en gran medida por el principal vencedor de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, es el artículo 9, en el que el país «renuncia a la guerra» y, por ende, no tiene permitido hacer uso de la fuerza militar para resolver conflictos internacionales.
El año pasado Abe consiguió aprobar una redefinición de este artículo 9 que abrió la puerta para una reutilización de las Fuerzas Armadas. Ahora necesita reformar la ley que reglamenta el uso de su poder militar.
En julio pasado, la Cámara de Diputados japonesa dio media sanción a esta reforma impulsada por el gobierno de Abe para que el país pueda utilizar sus Fuerzas Armadas para responder a una agresión contra alguno de sus aliados, como Estados Unidos, o para sumarse a una misión militar aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Actualmente el proyecto de reforma está siendo debatido en el Senado y, dado que el Partido Liberal Demócrata de Abe y sus aliados de gobierno tienen mayoría propia, se espera que sea aprobado sin problemas en este mes que comienza.
Pese a que Abe revalidó su mayoría legislativa en las urnas hace menos de un año, todas las encuestas publicadas en los últimos tiempos coinciden en que la mayoría de la población no apoya esta reforma militar ni quiere que su país, un aliado férreo de la potencia más involucrada en conflictos en el mundo, Estados Unidos, comience a participar en guerras extranjeras.