Tras las masivas protestas del domingo, la mandataria brasileña mantuvo una reunión con sus ministros de Finanzas y Planificación. El Gobierno sabe que será inevitable un escenario de recesión económica.
Mientras que la presidente brasileña Dilma Rousseff analizaba con su gabinete las protestas registradas el domingo en varias ciudades del país, un sondeo del Banco Central difundido el lunes reveló que la economía de Brasil caerá también en 2016.
La mandataria aún no se ha pronunciado tras las multitudinarias manifestaciones que concentraron a unas 866.000 personas en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y otro centenar de ciudades, según el sitio G1.
La popularidad de la mandataria se derritió a un dígito pese a haber asumido hace sólo siete meses y medio su segundo mandato. Su figura y la de su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, fueron el domingo el blanco principal de los reclamos.
Una encuesta tomada este mes indicó que apenas el 8 % de los entrevistados consideraba que el gobierno era «excelente» o «bueno». Por el contrario, el 71 % consideró que el gobierno era «un fracaso».
El ministro de Comunicación, Edinho Silva, en una conferencia de prensa, señaló el lunes que el gobierno está dispuesto a intensificar el diálogo para atender las reivindicaciones de los manifestantes que salieron a las calles el domingo, pero con respeto a las instituciones y sin ese ambiente de intolerancia.
En tanto, de acuerdo con las proyecciones recogidas por el Banco Central de Brasil entre operadores del mercado, que por primera vez prevén que la caída del PIB no se agotará en 2015, la economía se contraerá 0,15 % en 2016 y 2,01 % este año.
Los principales indicadores económicos siguen en la zona roja
El sondeo divulgado el lunes mostró, asimismo, que la inflación alcanzará un 9,32 % en el año en curso y generará un efecto inercial en el siguiente ejercicio, donde los consultados proyectan que los precios escalarán un 5,44 %. Las estimaciones de los operadores consolidan el clima negativo que reina en la séptima economía del mundo, que cerró 2014 con una magra expansión del 0,1 % y está recorriendo su quinto año de actividad nula o baja.
En medio de un clima político e institucional crispado por las revelaciones del escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, los principales indicadores económicos siguen en la zona roja, incluido el sensible dato de desempleo, que en junio subió a 6,9 % y anotó su sexta alza consecutiva.
La apuesta de Dilma
En su lucha por cerrar 2015 sin déficit, Rousseff comenzó a discutir fuertes ajustes en los gastos. De acuerdo con lo que publica Folha, el objetivo es garantizar el cumplimiento de la meta fiscal de 0,7 % del PIB en 2016.
El tema fue tratado en una reunión entre Dilma y los ministros de Finanzas, Joaquim Levy; y Planificación, Nelson Barbosa. Según supo el mismo diario, el gobierno piensa que el escenario de recesión económica será inevitable y que se debe profundizar en la reducción de costos y en un aumento de los impuestos.