San Luis (LaNoticia) 23-07-15. A fines del siglo pasado, en Suecia, se empezó a gestar una filosofía, para ser aplicada a la seguridad Vial. Y se denominó visión cero, convirtiéndose en un referente en toda Europa.
La misma se basa en tres puntales bien definidos: considera inaceptable toda pérdida de vidas humanas en accidentes de tránsito y por ello su objetivo es cero muertos; acepta el error humano como algo inevitable; y, en tercer lugar, hace especial hincapié en la mejora de las infraestructuras y los vehículos para evitar esas muertes y minimizar las consecuencias de los accidentes.
Según Roger Johansson, responsable de seguridad vial en Trafikverket, “la Visión Cero se basa en la aceptación del error humano. En 1997 la aprobó el Parlamento poniendo el énfasis en el diseño del vehículo, de las carreteras y de las calles junto con las velocidades adecuadas”.
El conductor es responsable de cumplir las normas pero el resto de los sectores implicados deben trabajar para que, en caso de accidente, los daños sean los mínimos. Cuando habla de los sectores implicados, incluye a todos los actores que intervienen en el tránsito (peatones, conductores, ciclistas, Estado, etc.).
Su política de castigo es más suave que la de otros países de la UE, la multa máxima ronda los 500 euros, aunque la posibilidad de perder el permiso de conducir es mayor. No realizan campañas divulgativas; hacen estudios y los dan a conocer a través de la prensa.
Tampoco imparten una asignatura sobre seguridad vial en los centros educativos aunque realizan una labor constante de formación y concienciación: “Lo que se hace con los niños es llevarles siempre con el sistema de retención infantil adecuado y en sentido contrario a la marcha mientras son pequeños; y protegerlos con zonas sin tráfico en lugares frecuentados por ellos”.
La tasa de alcohol establecida es igual para todos los conductores e inferior a la española (0,2 gr/l en sangre). Sus límites de velocidad son similares a los nuestros y tienen una red de 1.100 radares que anuncian mediante señales, para que el conductor levante el pie del acelerador en determinados tramos.
Y no tienen una norma concreta que prohíba hablar por el celular mientras conducen; sobreentienden que se debe evitar cualquier conducta que ponga en riesgo la seguridad vial. “La política en Suecia es informar a la gente. Aquí endurecer las reglas no funciona. La sanción más fuerte es que te quiten el permiso”, asegura Patrick Magnusson, experto de Trafikverket.
Antes de hacer el examen práctico, deben realizar un curso de cuatro horas en uno de los centros de formación habilitados para ello.
Visitamos uno de ellos, el centro de Gillinge, a 30 kilómetros de Estocolmo, por el que pasan 18.000 alumnos al año. Este centro dispone de varios simuladores en los que se experimenta en primera persona: un vuelco en el interior de un vehículo; el golpe seco que se sufre en un choque a tan solo 7 km/h; el retroceso de la cabeza en un frenazo y las consecuencias si el reposacabezas no está bien colocado; o el peso mortal que puede alcanzar un simple teléfono móvil a 50 Km/h, que se convierte en “un peligroso ladrillo de 18 kilos”. En estos centros también se realizan prácticas en pistas deslizantes para aprender a conducir en condiciones invernales.
Suecia tiene una red de carreteras de 98.450 km de los cuales 2.220 son de autopistas. Es decir, tienen una amplia extensión de lo que aquí llamamos carreteras secundarias. En 1998 se empezaron a implantar las carreteras 2+1 de las que hay ya 2.300 km. Según Roger Johanson, “es un método muy barato, cuesta en torno a 300 $ por metro y reduce los muertos en un 90 %”. En estas vías, se intenta evitar el peligro de choque frontal separando los dos sentidos físicamente, con una barrera divisoria, y se despliega un segundo carril adicional en algunos tramos para permitir adelantamientos. Otras opciones que utilizan es el uso de rotondas en las intersecciones y la colocación de radares, que “se anuncian con una señal y un 75 % de la población está a favor”.
Visión Zero en Argentina
En la ciudad de Mendoza y ONG en la ciudad de Entre Ríos están intentando mostrar las bondades de la filosofía Sueca. Lamentablemente son destellos tibios, dado que no hay acciones reales desde todos los ámbitos para implementar el principio filosófico de la Visión Cero. Ahora, estaría bueno, que si vamos a copiar lo hagamos bien y que lo artificial no nos distraiga de lo esencial.