Al ex mayor de Ejército, Alvaro Corbalán, condenado a cadena perpetua por violaciones a los derechos humanos, le encontraron en su celda instrumental de alta tecnología e informes de ciudadanos y hasta del alto mando del penal.
Uno de los hombres clave en los servicios de inteligencia de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet continuaba operando y vigilando desde prisión, donde se le secuestró instrumental de alta tecnología e informes de ciudadanos y hasta del alto mando del penal de Punta Peuco donde está detenido.
Al ex mayor de Ejército, Alvaro Corbalán, condenado a cadena perpetua por crímenes de violaciones a los derechos humanos, le encontraron en su celda número 8 de Punta Peuco una notebook, un teléfono celular de última generación y dos módem portátiles de acceso a Internet de banda ancha.
Con esos aparatos mantenía contacto con el exterior del penal. Pero además tenía en su poder 30 cédulas de identidad, fichas con nombres de uniformados y hasta de ministros de Justicia.
Las revelaciones fueron de Informe Especial, un ciclo de Televisión Nacional, el cual dio cuenta de que en un sillón con doble forro encontraron 50 carpetas con información clasificada de causas sobre violaciones a los derechos humanos.
En un allanamiento habitual de Gendarmería a todo el módulo 1 de la cárcel exclusiva para militares de Punta Peuco, ubicada a 20 kilómetros de Santiago, se hallaron órdenes de seguimiento a personas, oficios reservados e información respecto a 18 operaciones efectuadas en clave.
El material fue requisado en marzo y puesto a disposición de la fiscalía de Chacabuco mientras Gendarmería castigó a Corbalán con la suspensión de visitas por un mes y el traslado de la celda donde había estado durante 11 años cumpliendo condena por el crimen del carpintero Juan Alegría, asesinado para atribuirle el degollamiento del dirigente sindical Tucapel Jiménez, en 1982.
Nelson Caucoto, abogado a cargo de la mayor parte de las mil causas que se siguen en tribunales por violaciones a los derechos humanos, reconoció que es «inquietante, pues Corbalán fue el máximo jefe de la lucha antisubversiva de los años ´80 y es un personaje muy importante en las investigaciones que llevan adelante los jueces. Cualquier información va a ser muy interesante. Hay que indagar si de esos antecedentes se pueden alimentar las investigaciones actuales».
El ex jefe operativo, destinado en 1974 a las instituciones de inteligencia del Ejército y luego a la Central Nacional de Informaciones (CNI) que reemplazó a la disuelta Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) que manejaba el general Manuel Contreras, está procesado además por la muerte de 11 militantes el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), en la denominada Operación Albania, operativo conjunto que se realizó en forma simultánea en varias comunas de la capital en 1987.
Corbalán quería vengar la muerte de los escoltas de la comitiva del dictador Pinochet atacada por un comando del FPMR en septiembre de 1986. Esa misma noche, la CNI secuestró desde sus casas y fusiló a cuatro opositores al régimen de facto, entre ellos el editor internacional de la revista Análisis, el periodista José Carrasco.
Para el abogado Nelson Caucoto, «si hay un sucesor del general Manuel Contreras ése es Corbalán» y apunta que «es imposible pedirle a Corbalán que no siga desde su celda haciendo inteligencia. Es así. Están condicionados a buscar información donde puedan, lo importante de esa inteligencia es que esa información no derive en crímenes en el futuro».
Por eso, para Gendarmería, lo más grave es la carpeta sobre los ex ministros de justicia y del alto mando del penal de Punta Peuco que contenía fechas de cumpleaños, hijos, datos profesionales y copias de carné de identidad. Los informes cuentan con comentarios en sus costados que empezaron a hacerse en 2008.