El presidente ecuatoriano habló contra los intentos oligárquicos de restauración conservadora en el sur del continente durante su informe anual ante el Congreso.
El mandatario puso como ejemplo maniobras desestabilizadoras en Brasil y recordó la intentona contra su persona en 2010. «La desesperación de las élites es terrible», indicó Correa en su alocución.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, alertó sobre la posibilidad de que se ejecuten golpes de Estado contra las democracias sudamericanas, acusó a los medios de prensa de estar a la cabeza de los movimientos desestabilizadores y señaló que en su país hay maniobras que buscan frenar la Revolución Ciudadana. Durante su informe anual en el día de la independencia ecuatoriana, Correa afirmó que “Sudamérica no puede excluir los golpes, incluso los tradicionales, porque la desesperación de las élites es terrible, si no, vean lo que sucede en Brasil, donde descaradamente se llama a la intervención de las Fuerzas Armadas contra el gobierno constitucional”.
El mandatario aseguró que en Ecuador existen maniobras opositoras para frenar el avance de su gobierno, y recordó el alzamiento policial de 2010 como una intentona golpista y no una simple revuelta policial. Correa dijo que en estos hechos juegan un papel fundamental los medios de prensa de la derecha, que “manipulan la verdad de la historia”, y aseguró que “una mala prensa es mortal para la democracia, y la prensa latinoamericana es mala, muy mala”. Fue entonces que recordó que, en setiembre de 2010 “los poderes fácticos y los medios generaron descontento para luego tratar de pescar en río revuelto”, retrató Tiempo Argentino.
Volviendo a lo que él mismo y el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera habían definido en 2012 como “neogolpismo”, Correa dijo que quienes “ahora se oponen a la verdadera liberación de los pueblos dicen que hablan en nombre de la libertad”. En su momento, ambos líderes habían sostenido que el neogolpismo reconoce que los gobiernos a los que busca derrocar fueron electos democráticamente, pero dice que no gobiernan democráticamente. Crea imágenes de esos gobiernos como si fueran dictaduras, intenta desestabilizarlos y genera un clima que pueda justificar un golpe de Estado, explicaron Correa y García Linera.
En su informe al país, el ecuatoriano señaló que “ayer como hoy, todos los que se oponen a la verdadera liberación de nuestros pueblos hablan en nombre de la libertad”, y agregó que el 11 de setiembre de 1973 el general Augusto Pinochet derrocó al presidente constitucional y democrático Salvador Allende “en nombre del Chile libertario”. Y concluyó: “Cuando estas elites denuncian la violación a sus derechos humanos es porque por primera vez están en igualdad de condiciones bajo el imperio de la ley (…), porque ya no pueden someter a los gobiernos a sus caprichos e intereses”.
En julio del año pasado Correa había avanzado en su teoría para decir que en América Latina hay una “restauración conservadora que pretende ponerle fin al ciclo de gobiernos progresistas y a las políticas de integración” surgidos en el continente. «La derecha ya superó el aturdimiento”, dijo el ecuatoriano. A no engañarse, agregó, “la integración con visión independiente, soberana y digna es una preocupación para Estados Unidos y ya hay una restauración conservadora, de la derecha, de las élites de siempre, para frenar estos procesos integracionistas, contraponiéndoles proyectos como el de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México), que es neoliberalismo puro”.