El ministro de Economía, Martín Guzmán, subrayó en su exposición ante el Congreso que la «prioridad» en la renegociación de la deuda con el FMI y los acreedores privados será la «sostenibilidad», por lo que aseguró que «no hay peor opción que la austeridad fiscal en una recesión». «Hay mucho dinero en juego y gente jugando muy fuerte» por lo que «todos tendremos que definir de qué lado estamos; nosotros estamos del lado de la gente», advirtió en un mensaje a los bonistas y a la oposición.
El ministro se mostró confiado en las negociaciones con el FMI —que continuarán en las próximas hora con la misión que arribó hoy al país— y adelantó que «se está trabajando muy constructivamente», sin olvidar que «el FMI es responsable de la crisis de deuda que vive la Argentina».
«Es importante entender que el FMI es responsable. Es importante no olvidarnos de nada para hacer las cosas bien en el futuro», señaló el ministro al comenzar a responder las preguntas del bloque de Juntos por el Cambio, que en la previa buscaron blindar al ex presidente Mauricio Macri de los señalamientos que apunten sobre su responsabilidad.
Guzmán minimizó los análisis que califican a la renegociación de la deuda como «amigable» o «agresiva» con el FMI y los bonistas y resaltó que la prioridad del Gobierno será la sostenibilidad. Con ese objetivo, el ministro expuso escenarios fiscales y comerciales posibles y planteó que «la situación es dura», antes de indicar como mejor escenario posible que se alcance el equilibrio fiscal en 2022.
«Muchas veces se han hecho promesas rimbombantes que después no se pueden cumplir. Si queremos dar un final de página a los ciclos de sobreendeudamiento recurrentes tenemos que tomar compromisos que sí se puedan cumplir», sintetizó el ministro poniendo como horizonte «una estructura productiva diversificada, que permita satisfacer el objetivo de la inclusión social» y una mejor distribución del ingreso.
«Venimos a revertir la dinámica de frustración de la sociedad Argentina. Con estos números es necesario que haya una restructuración de la deuda y está claro que habrá frustación, pero por parte de los bonistas. Nos tenemos que sentar todos a la mesa sobre la base de responsabilidad y realismo para evitar que sea una pérdida para todas las partes», aseguró.
La exposición de Guzmán era seguida desde los palcos del Congreso por representantes sindicales como Héctor Daer y Hugo Moyano; y del sector empresario como el vicepresidente de la UIA, Juan Manuel Urtubey, y el titular de la Copal, Daniel Funes de Rioja.
Con los bonistas o con la gente
El titular de la cartera de Economía aprovechó el «ruido» que se generó con la licitación desierta para renovar los bonos AF20 para ejemplificar el perfil de negociación que llevará adelante la Argentina, sin dejar de marcar que ese bono es parte de la deuda en pesos, sobre la que aseguró «no hay problemas de sostenibilidad».
Guzmán precisó que en la renovación de los bonos AF20 hubo tenedores de deuda locales que «actuaron de forma cooperativa, entendiendo que es necesario dar una solución sostenible», pero que los tenedores extranjeros mantuvieron una posición dura frente a un bono que había sido emitido «en un contexto de evidente insostenibilidad».
«No vamos a permitir que fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política macroeconómica», apuntó el ministro y aclaró que el Gobierno no va a entrar «en el jugeo de alguien que no coopera, y que es parte responsable de esta crisis, porque terminaría desequilibrando el programa que se necesita para resolver el problema de la deuda».
«Enfretamos el enorme desafío de evitar que esta situación dramática no se vuelva una tragedia social», definió el titular de Hacienda y planteó una máxima de cara a las negociaciones con los bonistas internacionales y el FMI: «No hay peor opción que la austeridad fiscal en una recesión, al momento de plantear políticas de deuda, esa va a ser una premisa central».
La mesa de renegociación
«Para poder pagar la deuda, la Argentina tiene que poder crecer y para poder crecer se tiene que quitar de encima el peso de una deuda que asfixia», definió Guzmán el espíritu con el que se continuará la negociación con el FMI y aseguró que el deseo del Gobierno es el de «sentar un ejemplo a nivel mundial de cómo resolver un problema de deuda soberana», a partir de mantener la prioridad de la sostenibilidad económica.
«Buscamos algo sostenible sobre la base de la buena fe y no ir a una confrontación directa con los acreedores», aseguró el ministro. Contrapuso que si el objetivo fuera otro se hubiese declarado el default el 10 de diciembre pasado. «La Argenitna está haciendo esfuerzos para pagar intereses de la deuda con reservas. Eso no puede durar mucho tiempo, eso se acaba y queda poco tiempo», advirtió.
El ministro consideró que las negociaciones se están realizando a «una velocidad como nunca en la historia», celebró el «refrescante» cambio de autoridades en el organismo multilateral de crédito y aseguró que las primeras reuniones resultaron «muy constructivas».
Sin embargo, Guzmán dejó en claro que «el FMI realizó el préstamo más gradde de su historia, un préstamo que no se utilizó en lo absoluto en incrementar la capacidad productiva del país sino para pagar deuda de manera insostenible y para financiar la fuga de capitales». «El FMI es responsable por la crisis de deuda y la crisis económica que la Argentina está viviendo», remató.
En ese tono, el titular de Hacienda recordó que el programa aplicado por el ex presidente Macri y la ex titular del FMI, Christine Lagarde, no cumplió el objetivo de traer estabilidad económica, pero «sí se cumplieron las premisas del programa: ajuste fiscal y contracción monetaria en un contexto de recesión».
En ese punto, volvió a marcar el cambio de perspectiva tras el cambio de mando del FMI e indicó que «ha habido una discusión sobre el programa macroeconómico y la necesidad de reemplazar las condiciones que pesan sobre la Argentina».
Sostenibilidad
El ministro puso como eje principal de la negociación la «sostenibilidad» de la propuesta que llevará la Argentina y señaló que será planteada a partir de escenarios reales. «Lo que digo podrá no sonar optimista, pero es realista», señaló Guzmán e indicó que será lo que permitirá recuperar la confianza para el que el país regrese al mercado mundial de créditos con tasas razonables.
Los tres escenarios planteados por el Ministerio de Economía tienen como mejor escenario alcanzar el equilibrio fiscal recién en 2022 y descartan de plano evitar el déficit fiscal en 2020. «No se está planteando un reducción del déficit fiscal primario en 2020. No es sostenible un ajuste con la situación económica del país», aseguró.
En el primer escenario, Guzmán señaló que si se mantuviera la inercia del modelo macrsita recién en 2026 se alcanzaría el equilibrio fiscal, mientras que el superávit primario demoraría una década. Un segundo escenario «factible», a partir de las medidas tomadas por el actual Gobierno, espera que se alcance el equilibrio fiscal en 2023 y llegar a un superavit fiscal del 0,6 % uno o dos años después.
El tercer escenario, el más optimista, implicaría revertir la política tributaria del macrismo y acompañarla con políticas públicas productivas. En ese marco, Guzmán proyectó alcanzar el equilibrio fiscal en 2022, con una base de crecimiento de la economía del 2 % y de entre 4,5 y 5 % en las exportaciones; para llegar al superavit fiscal primario del 1 % en 2026. «Venimos a poner sobre la mesa lo que es la realidad», insistió.
Herencia y horizonte
Guzmán definió la crisis economía heredada del macrismo como «la consecuencia de un esquema económico que generó optimismo en los mercados financieros internacionales, pero que estuvo muy lejos de ser exitoso para fortalecer el crecimiento de la economía». «Se vendió una lluvia de inversiones y la realidad está a la vista, nada de eso ocurrió», criticó y calificó a los fondos que llegaron al país como «capitales de portafolio».
Como contraparte, el ministro explicó que se tomaron medidas de emergencia para «aliviar la caída libre» de la economía y frenar la «ansiedad» que impone la renegociación de la deuda. Entre esas medidas, destacó la Ley de Solidaridad, que impulsa la demanda al mismo tiempo que recupera herramientas de recaudación y la baja de tasas de interés. Mientras que señaló que la inflación está siendo abordado a través del programa macroeconómico. «Cada medida que tomamos tiene un programa detrás», sentenció.
Más allá de las medidas de emergencia, Guzmán planteó como horizonte «una estructura productiva con un grado de diversificación diferente, que permita satisfacer la inclusión social y el dinamismo, no solo resdistribuir si no aumentar el tamaño de la torta que se destribuye», sin olvidar mantener «las cuentas en orden, condición necesaria para que haya progreso».