En el año 1985, mi abuela, Veneranda Vallejo de Tula, vende al Sr. Ricardo Videla un campo de 160 hectáreas aproximadamente, ubicado en El Durazno bajo Departamento Pringles. La venta no incluyó una parcela de tres (3) hectáreas que mi abuela las reservó para entregárselas a su hijo Jorge Vallejo quién las poseía y vivía con su familia en ese lugar dedicado a la crianza de animales, motivo por el cual había construido vivienda e instalaciones rurales necesarias para esos fines.
Estaban todos de acuerdo, en presencia de los demás herederos y mi padre, la abuela acordó con Ricardo Videla que éste se haría cargo de todos los diligenciamientos necesarios más los gastos para escriturar la propiedad y entregarle la correspondiente escritura a mi padre.
Videla finalizó el trámite legal y nunca le entregó a mi papá su título. Pasaron más de veinte años y mi padre cansado de rogarle a Ricardo Videla para que le entregara la escritura decidió iniciar juicio de posesión veinteñal.
El juicio se inició en el año 2006 sin ningún tipo de oposición de terceros. A mediados del año 2008 mi padre se enferma y no pudo continuar cuidando a su esposa Emilia Coria de Vallejo, que padecía de ceguera total.
La traje a mi casa en la ciudad y con la ayuda de mis hijas le dispensamos el cuidado que ella se merecía por habernos querido y cuidado como nuestra verdadera madre. A finales del año 2008 mi padre sufrió un ataque y lo internamos en la ciudad de San Luis y me dedique de lleno a su cuidado.
Pedí ayuda a mi cuñado Miguel para que hospedara en su casa a Emilia hasta tanto mi padre se recuperara. Miguel accede y doña Emilia se trasladó a su casa por unos días. Mi papá empeoró y falleció internado. Después que lo velamos y sepultamos me comunique con mi cuñado para ir a buscar a Emilia; es allí que Miguel me informa que Emilia estaba internada en un geriátrico, sin decirme en cual ni quién era el responsable de su internación.
Empecé de inmediato a tratar de ubicarla, llamé a todos lados. Finalmente la encontré en un geriátrico en El Volcán. La persona que me atendió por teléfono confirmó que Emilia Coria estaba internada allí y que la cuenta la pagaba Ricardo Videla y que sería por un campo que él se quedaría una vez que muriera doña Emilia.
Ese mismo día viajé hasta allá y la encontré desconectada del mundo. Personal del geriátrico me dijeron que lo mejor para mi mamá era que continuara internada allí hasta tanto se mejorara. Emilia nunca se mejoró y a los pocos meses murió en ese lugar.
Habían pasado unos dos meses de la muerte de ella y como habitualmente lo hacía, fui al campo y dos hombres que se encontraban en la entrada del camino vecinal me dijeron que por orden de Videla nadie podía ingresar.
Entré por un sendero y al llegar a nuestra casa me encuentro que había sido destruida y los escombros y algunos muebles amontonados a un costado. Volví al lugar donde estaban los hombres que me impedían el paso por el camino vecinal y les pregunté ¿Qué pasó con mi casa? Me contestaron con tono burlón ¡Preguntale a Videla!!!
Fui a preguntarle a Videla por mi casa, no me quiso atender. Entonces fui al destacamento de policía a denunciar lo ocurrido. Tuve que discutir más de media hora con los policías hasta que logré que me tomaran la denuncia.
Ese mismo día y de vuelta en la ciudad fui a ver al Dr. Escudero Gauna (hijo) pues él era nuestro abogado, ya que también lo fue de mi padre y me dijo, mostrándose sorprendido, “DEJA LAS COSAS EN MIS MANOS QUE YO ME OCUPO DE ESOS MALANDRAS”.
A los días volví por saber novedades y desde allí se hizo negar por su secretaria. Entonces fui al juzgado a preguntar y me respondieron que no podían darme información porque el expediente lo había retirado mi abogado y que aún no lo había devuelto.
Hasta el día de hoy desconozco dónde está mi expediente. Pasó más de un año de mi denuncia, recién en el año 2012 me llamaron para ratificarla, nunca tuve otra novedad de nada.
En conclusión, mi madre pasó sus últimos meses de vida en un geriátrico pagado por Videla. Nuestra casa fue destruida y perdimos todo. El abogado se robó el expediente y hasta hoy no apareció.
La justicia no nos presta atención ni siquiera nos escucha. Ricardo Videla engañó a mi padre, a mi madre y a mí. Videla hizo destruir la casa de mi padre y nos robó la propiedad. Él es el único que se benefició con la actual situación, se puede verificar.
Espero, junto a mis hermanas, que la justicia actúe y Ricardo Videla nos devuelva lo que nos robó con engaños.