Decenas de miles de personas asistieron ayer tarde a la concentración realizada en la Plaza Mayor de San Francisco, en el centro histórico de la ciudad de La Paz. La manifestación fue convocada por la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM) y tuvo una nutrida participación de trabajadores, campesinos e indígenas, con un rol gravitante de dirigentes y columnas de la Confederación Obrera Boliviana.
El presidente Morales agradeció en su discurso a la «voluntad y espontaneidad del pueblo boliviano para rechazar el golpe de Estado frente a los racistas que quieren recuperar el poder político». Luego se ocupó de «refrescar la memoria» a través de hechos como la carta de renuncia que el dictador Luis García Meza entregó a Lidia Guélier Tejada a fin de derrocarla en 1980. «La historia se repite», enfatizó al repasar numerosos atentados contra su gobierno y el proceso de cambio desde 2005.
«No se entiende, levantan el nombre de Jesucristo para cortar caminos y generar violencia», dijo de manera más directa acerca de los sucesos desestabilizadores de las últimas semanas y llamó a la reflexión de los dirigentes políticos: «Tenemos diferencias de carácter ideológico, programático, cultural, por eso somos un Estado Plurinacional, pero hay un pueblo que democráticamente decide qué políticas necesita y el 20 de octubre el programa del pueblo ganó en primera vuelta. Desconocer eso es antidemocrático. Pensé que habíamos sepultado de por vida el odio, la discriminación y el insulto», lamentó.
Por último, instó a «una lucha pacífica ante las provocaciones permanentes, defender el proceso de cambio es defender las políticas sociales y económicas». Llamó a dejar de lado las agresiones que afectan a las familias bolivianas y aseveró que el objetivo del golpismo «es dañar económicamente». «¿Cómo podemos destruir lo que hemos construido en tan poco tiempo, la liberación económica, la unidad por la dignidad y la identidad? Si no se garantiza justicia social no hay paz. La lucha nunca terminará mientras no haya igualdad», afirmó el presidente.
Continúa la auditoría
Aún cuando la crisis política desatada en Bolivia, a partir del desconocimiento que la oposición hace del triunfo de Morales en las elecciones del 20 de octubre, adquiere ribetes tragicómicos como la ofensiva golpista propiciada por los comités cívicos, avanza la auditoría de la OEA sobre el escrutinio, cuyo informe debe concluir el 11 de noviembre junto con el de la misión de observadores.
El grupo de técnicos especialistas que trabajan en la auditoría tuvo acceso ayer a la base de datos del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) y también recogió material del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Desde la delegación de la OEA le pidieron a los partidos políticos de oposición que presenten pruebas fehacientes del fraude denunciado.
La telenovela de Camacho
Luego de su actuación anoche en el cabildo de Santa Cruz, donde lloró delante de las cámaras y aseguró a miles de seguidores que obtendría la renuncia del presidente Morales tras entregarle una carta en mano en la ciudad de La Paz, el cívico Luis Fernando Camacho continuó derrapando en la escena política como si de un set televisivo se tratase.
Contra lo manifestado en público -que hoy por la tarde se encontraría con Morales en la sede de Gobierno-, Camacho tomó un vuelo en cuanto terminó su acto de ayer y pasadas las 10 de la noche arribó al aeropuerto de El Alto. Allí lo esperaban cientos de personas allegadas a los movimientos sociales y al Movimiento Al Socialismo con la clara intención de repudiarlo e impedir su «visita» a La Paz. El cerco superó las 10 horas hasta que, en medio de un fuerte operativo policial, el cívico fue escoltado junto a su comitiva «por razones de seguridad» a un vuelo chárter de la Fuerza Aérea Boliviana que lo dejó una hora después en la capital cruceña.
El ministro de Gobierno, Carlos Romero, informó que «a las 8 la Policía fue rebasada, gente ingresó al aeropuerto, pese a que horas antes se comunicó al señor Camacho que la situación era de riesgo. No era prudente, en un contexto de movilizaciones sociales, insistir en el desplazamiento de esta comitiva a La Paz, más cuando se golpeó a residentes”. El despliegue del gobierno en torno a la seguridad de Camacho fue en línea a lo solicitado por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien vía Twitter pidió que «se asegure su libertad de movimiento y circulación».
Adriana Salvatierra, presidenta de la Cámara de Senadores, declaró al respecto del dirigente del Comité Cívico de Santa Cruz: «Como su pedido de renuncia al presidente Morales quedó en ridículo, sólo pretende dañar la economía del país con la toma de instituciones y cierre de fronteras, poniendo en evidencia el fracaso de su estrategia golpista contra el Gobierno».
«Poco a poco se va aislando en su violencia y en su radicalismo. Tanto la Iglesia Católica como diversos analistas han hecho constar que Bolivia necesita salir de esta crisis mediante un diálogo, optando por salidas institucionales, lejos del golpismo que propone el señor Camacho», concluyó Salvatierra y recordó que ayer, durante la sesión de la Comisión Permanente de la OEA, «la comunidad internacional expresó su rechazo a acciones violentas que vayan a atentar contra el orden constitucional».
Quienes sí se expresaron en defensa de Camacho fueron algunos de los principales referentes de la oposición, con Carlos Mesa en primer lugar. «Nos solidarizamos con Luis Fernando Camacho que es víctima de vejámenes y agresiones injustificables. Evo Morales debe entender que su tiempo como gobernante se acabó», posteó el candidato presidencial por Comunidad Ciudadana. Óscar Ortiz, de Bolivia Dice No, señaló que «enviar desde el gobierno a grupos masistas contra ciudadanos particulares no es un derecho ciudadano, es el uso de grupos organizados propios de las dictaduras».
A mitad de camino entre el discurso fundamentalista de Jair Bolsonaro y las fallidas estratagemas golpistas de Juan Guaidó, el cruceño llegó solo a El Alto, sin la compañía del resto de cívicos y opositores, y solo debió retirarse. Sin embargo, anunció que insistirá en su pedido de renuncia y que mañana a las 14,30 se aventurará a otra excursión por La Paz.
Toma de instituciones, nueva estrategia
Pese a que en el cabildo de Santa Cruz Camacho llamó a profundizar el paro cívico, salvo en su ciudad, Bolivia ha ido desbloqueándose casi hasta volver a la normalidad, pero aún con escaramuzas y enfrentamientos en algunos puntos. Por otra parte, hay nuevas y masivas movilizaciones -pese a la lluvia- convocadas por las organizaciones sociales en El Alto y el centro de la ciudad de La Paz en defensa de la democracia y el voto popular.
Sin embargo, también a instancias de Camacho, han comenzado a realizarse tomas presuntamente pacíficas de instituciones públicas, de manera focalizada en Santa Cruz: la Unión Juvenil Cruceñista, Resistencia Femenina y otras plataformas se instalaron desde esta madrugada en los ingresos de YPFB, la Fiscalía, la Aduana Nacional, el Palacio de Justicia, Impuestos Nacionales y la Dirección de Trabajo y Migración, donde hubo tensiones entre manifestantes y gente que quería realizar sus trámites. Otros blancos de tomas en Quillacollo, Sucre, Riberalta y La Paz son las sedes de la Defensoría del Pueblo Banco Unión, Emapa, INRA, Entel, Ministerio del Trabajo, ASFI, entre otras.
El ministro de Defensa, Javier Zavaleta, condenó hoy la toma de instituciones y alertó que “puede escalar en una espiral de violencia”, por lo cual llamó a la reflexión a los líderes opositores para que “esta lógica violenta, sediciosa y contra los intereses del país se detenga”. «Su estrategia está haciendo aguas, fracasa, sus propios socios opositores se han dado cuenta que una aventura golpista no tiene asidero y que la propia población no la apoya. Mientras tengas gente radicalizada es muy difícil llegar a una solución, peor aún si se desconocen liderazgos entre ellos mismos”, remató.