En medio del descalabro económico, el gobierno puso fin al congelamiento del precio de los combustibles al autorizar un aumento de 4 por ciento que regirá desde este jueves a primera hora. La medida se iba a extender por tres meses, pero duró apenas 33 días. Hacienda justificó la marcha atrás a raíz de la “volatilidad internacional del precio del petróleo”. En un comunicado aseguró que el ataque que sufrió Arabia Saudita forzó a una revisión de la medida ya que el precio del Brent se disparó 14 por ciento el lunes. “Estos acontecimientos conllevan a una situación imprevista y significativa de incremento de precios que inevitablemente impactan en la producción, la comercialización y el normal abastecimiento de los combustibles en nuestro país”, dice el texto. Sin embargo, lo que no aclaró la cartera que conduce Hernán Lacunza es que esa suba inicial de 14 por ciento que había llevado el crudo a 69 dólares, se revirtió sustancialmente y este miércoles cerró a 63,60 dólares, apenas un 5,6 por ciento por encima del lunes. Fuentes de la industria aseguraron a Página/12 que lo que hizo el gobierno fue tomar ese hecho como excusa terminar con el congelamiento porque la situación se le estaba yendo de las manos debido a las denuncias crecientes de desabastecimiento.
El congelamiento se había oficializado el viernes 16 de agosto a través del DNU Nº 566/19. Esa norma estableció que productoras y refinadoras deberían tomar como referencia para sus transacciones un tipo de cambio de 45,19 pesos y un barril de crudo tipo Brent de 59 dólares durante 90 días corridos, tomando como punto de partida el viernes 9 de agosto, previo a las elecciones primarias.
La medida desató fuertes críticas de las empresas, los gobernadores de las provincias petroleras y los sindicatos, fundamentalmente por el congelamiento del precio del crudo, ya que, según aseguraron, el diferencial entre el nuevo barril criollo y la paridad de importación redujo los incentivos para invertir en Vaca Muerta. De hecho, las petroleras ya dieron de baja ocho equipos de perforación y otros tantos podrían seguir el mismo camino. A esa situación, se le sumó la presión de las refinadoras para quienes dejó de ser negocio importar y a su vez vieron subir otros costos, más allá del congelamiento del crudo local, mientras los combustibles seguían pisados. Esa situación derivó en un creciente desabastecimiento, sobre todo en el interior del país.
A raíz de esa situación, a comienzos de mes el gobierno introdujo una primera flexibilización a través del decreto 601/19. Esa norma elevó el tipo de cambio de referencia de 45,19 a 46,69 dólares y el precio del Brent a 59 dólares. Además, tuvo un gesto hacia las refinadoras al liberar los precios en el canal mayorista, pues en las estaciones de servicio siguió el congelamiento.
A su vez, el lunes pasado anunció un subsidio para las petroleras destinado a compensar parcialmente la diferencia entre el barril criollo y la paridad de importación, pero puso como condición desistir de cualquier tipo de demanda judicial sobre el congelamiento y varias empresas dejaron en claro que no aceptarían esa condición. Mientras tanto, el desabastecimiento se fue agudizando, sobre todo en las estaciones blancas (ver aparte).
En respuesta a esa situación, este miércoles se puso fin al congelamiento al autorizar un aumento de 4 por ciento, aunque eso no significa que los precios hayan sido liberados. El control continúa, pero un escalón más arriba. A su vez, se anunció que habrá “un aumento de 5,58 por ciento del precio del barril reconocido a los productores”. Según la resolución 557/19, que se publicará este jueves en el Boletín Oficial, esa recomposición se explica por la suba del tipo de cambio de referencia que trepó a 49,30 dólares, mientras que el precio del Brent permaneció en 59 dólares.