Si algo le faltaba a Carlos Rosenkrantz para terminar mal el día, tres de sus compañeros de la Corte Suprema se encargaron de dárselo.
Rosenkrantz es el abogado del establishment que llegó a presidente de la Corte Suprema de la mano de Mauricio Macri y sus compañeros son Ricardo Lorenzetti, su antecesor como titular de la Corte, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti.
La primera mala noticia del día no fue sorpresa, por lo menos para él. El presidente del Tribunal Supremo volvió a quedar solo frente al voto de sus otros cuatro colegas, esta vez en el trascendental fallo que exime de pagar ganancias a los jubilados.
La segunda, menos esperada, fue la decisión de quitarle el control del Centro de Información Judicial (CIJ), el sitio web donde se publican las sentencias producidas por los jueces de todo el país. Para hacerlo, desplazaron de su conducción al elegido de Rosenkrantz, Juan Pablo Lahitou, que llegó a ese lugar después de haber sido la mano derecha de Bernardo Saravia Frías en la Procuración del Tesoro. En su lugar, nombraron a Pablo Méndez, un funcionario de la extrema confianza de María Bourdin, quien había ocupado ese lugar hasta que el actual Presidente decidió echarla como parte de la ofensiva contra su antecesor.
Rosenkrantz había heredado el CIJ cuando reemplazó a Lorenzetti al frente de la Corte. En rigor, el CIJ vuelve al anterior presidente de la Corte en la figura de Pablo Méndez, que responde a María Bourdin, quien estuviera a cargo de la web en tiempos de Lorenzetti como cabeza del tribunal. Desde que se produjo el recambio por Rosenkrantz en la cúspide del Poder Judicial, el CIJ funcionó con intermitencias, al mando de Juan Lahitou.
El sitio web pasó a ser parte de la disputa interna cuando Rosenkrantz sacó de su lugar a Bourdin, a fines de septiembre del año pasado. Además de transferir a Bourdin, Rosenkrantz dispuso lo mismo con Méndez, lo cual derivó en la respuesta pública de Lorenzetti. En ese punto, el presidente de la Corte mandó una resolución interna, por la cual ordenó recuperar “los dispositivos tecnológicos” y las claves para administrar el sitio web.
Se trató de una divisoria de aguas, ya que Rosenkrantz, al contrario de la tradición en la Corte, zanjó una cuestión administrativa sin consensuar con los otros ministros. Allí se gestó la ofensiva contra el presidente. A fines del año pasado, Lorenzetti, Maqueda y Rosatti firmaron una resolución por la cual las cuestiones administrativas dejaron de estar en manos del presidente de la Corte. A partir de ese momento, debía contarse con tres firmas, algo que nunca se había implementado en tiempos de Lorenzetti.
Así se escribió un nuevo capítulo de la interna tribunalicia, apenas una semana después que Rosenkrantz inaugurara el año judicial y proclamase, entre otras cosas, que «toda crisis de legitimidad es una crisis de confianza», porque, “un Poder Judicial sin legitimidad pierde su razón de ser, pues sin legitimidad un Poder Judicial no puede ser eficaz en la realización de sus fines”.