Los salarios registraron en septiembre una mejora del 23,7 por ciento durante los últimos doce meses. Los datos oficiales evidencian la profunda caída en la capacidad de compra de los trabajadores. Durante el mismo período la inflación escaló un 40,5 por ciento, al ritmo de la corrida cambiaria y los aumentos de tarifas. La pérdida de poder adquisitivo agudiza la recesión inducida por el ajuste fiscal y monetario acordado con el FMI.
Las cifras publicadas hoy por el Indec muestran que los salarios del sector privado aumentaron en septiembre 25,3 por ciento frente al mismo período del año pasado mientras que los ingresos de los empleados públicos computaron un alza interanual del 23,0 por ciento. De acuerdo al organismo estadístico, los sueldos de los trabajadores no registrados, el sector más vulnerable, anotaron un incremento del 20,6 por ciento. La pérdida de poder adquisitivo se traduce en una contracción del consumo privado que es el principal componente del PIB.
En septiembre el Indec midió una suba general de precios de 6,5 por ciento. Aunque la cifra estuvo por debajo de distintas estimaciones privadas, el número igualó la mayor marca de inflación oficial difundida durante la gestión de Cambiemos, en abril de 2016, que a su vez fue la más alta desde abril de 2002, en plena salida del régimen de convertibilidad.
Con esa marca los precios acumularon una suba del 32,4 por ciento en nueve meses mientras que el Indice de Salarios registró una mejora de apenas 18,6 por ciento en ese período. Los 13,7 puntos porcentuales de diferencia exponen el escaso alcance del bono por 5000 pesos para los trabajadores del sector privado impulsado por el gobierno. Para los trabajadores del sector privado los aumentos salariales entre enero y septiembre fueron del 20,5 por ciento, los estatales computaron una variación de 19,1 por ciento y los ingresos de los no registrados subieron 13,5 por ciento.
La inédita caída en el poder de compra de los asalariados es acompañada por un sostenido proceso de destrucción de puestos de trabajo en las actividades de mayor remuneración, como la industria. La Secretaría de Trabajo reconoció que ya se destruyeron 107.300 empleos manufactureros desde que asumió Macri. La cifra representa el 8,5 por ciento de la dotación de trabajadores fabriles que existía a fines de 2015. En los primeros nueve meses de 2018 se perdieron 42.200 posiciones fabriles.
La pérdida en el poder adquisitivo no solo afecta las condiciones de vida de los trabajadores sino que impacta directamente sobre las empresas industriales cuya producción depende del consumo interno. El escenario no es novedoso, las actividades industriales registraron caídas en 33 de los 34 meses de la gestión de Cambiemos cubiertos por las estadísticas oficiales. Así la cantidad de trabajadores en la industria es la más baja en nueve años.