Los intereses de la deuda pública y externa ya representan el 18 % del gasto público mientras la educación, la cultura, la salud, la ciencia y la técnica vienen sufriendo un fuerte recorte junto al salario de las/os trabajadoras/es del Estado. Los motivos hay que buscarlos en los intereses del mismo gobierno nacional que hace todo esto para obtener la «bendición» del “Fondo Monetario Internacional” (FMI) y conseguir financiamiento externo de cara al 2019, “justamente”, un año electoral.
De la mano de Dujovne (Ministro de Hacienda de la Nación) el gobierno de “Cambiemos” presentó esta semana el proyecto de Presupuesto para el año que viene, bajo los lineamientos “aconsejados” y las condiciones “recomendadas” por el FMI, esperando que su aprobación como Ley en el Congreso Nacional le permita arribar a un nuevo acuerdo con el organismo norteamericano.
El documento refleja la proyección de un ajuste feroz hacia 2019, convalidando un recorte brutal del gasto público en términos reales, y profundizando el desfinanciamiento de áreas como educación, cultura, salud, ciencia y técnica; así como también nuevos ataques contra las/os trabajadoras/es estatales y más tarifazos.
Un detalle no menos importante es que el proyecto de Ley “Presupuesto 2019” deja al descubierto a los principales beneficiarios del mismo ajuste que prevé: los especuladores y el empresariado. Los primeros tienen (a su favor) un enorme incremento de pagos en intereses de deuda pública que alcanza el 48,9 %, y los segundos, seguirán obteniendo todos los beneficios de la reducción de impuestos.
En esa sintonía, el macrismo intenta desesperadamente que el Presupuesto sea aprobado lo más rápido posible, pero lo cierto es que para lograrlo necesita contar con los votos del peronismo en el Congreso Nacional, ya que en ambas Cámaras no cuenta con mayoría propia. Con el objetivo de poder alcanzar algún tipo de acuerdo que le allane este camino, Macri y sus funcionarios han mantenido varias reuniones con un grupo mayoritario de gobernadores «opositores» y “amarillos”, quienes en su totalidad acuerdan con el ajuste sobre el pueblo trabajador, y con la perspectiva de no afectar en lo estructural los intereses del gran empresariado nucleado en las industrias, los servicios, el agro, la minería, los bancos, la bolsa de valores, entre otros.
¿Hasta cuándo nos van a seguir saqueando los bolsillos?
Los números del saqueo son abrumadores. En lo que va del 2018, se viene cancelando la deuda externa por 200 millones de dólares por día, y más de 100 millones de dólares por día se van del país por la fuga de capitales. Sin embargo, la deuda no para de crecer. Una deuda ilegítima e ilegal, nacida con las dictaduras militares cuyos gobiernos hicieron fraudes como estatizar las deudas de los grandes empresarios nacionales, como por ejemplo las de la mismísima familia Macri.
Lo peor es que con el dólar a 40 pesos, los grandes empresarios hacen ganancias siderales mientras a la clase trabajadora y a las/os jubiladas/os les espera una pérdida fenomenal del poder de compra frente a la inflación. Si vamos a las cifras, en la primera mitad del año, según el propio INDEC, quienes trabajamos en “blanco” perdimos un 6 %, y quienes trabajan en “negro” perdieron un 10 %.
El propio gobierno cambiemita estima un 42 % de inflación, cuando los aumentos salariales vienen siendo de entre un 15 y un 25 % en el mejor de los casos; cuando los despidos y las suspensiones vienen creciendo en todo el territorio nacional, como en la empresa Mabe en el Parque Industrial Norte de la Ciudad de San Luis; cuando el hambre se extiende ampliamente en las barriadas más pobres; y cuando la represión policial cada vez será mayor porque, según la casta política gobernante, alguien tiene que salir a poner orden en caso de que la bronca y el descontento social estallen más severamente.
Esperar al 2019, es hacerle el juego a la derecha
Todas las alas del peronismo (entre ellas, el kirchnerismo) dicen que se tiene que “aguantar hasta el 2019”. Cristina Fernández y Alberto Rodríguez Saá auguran por todos los medios que “Hay 2019”. En las luchas en curso, como la educativa, estas fuerzas políticas posaron de “opositoras” en un momento, pero luego tranzaron con el gobierno nacional macrista, dándole la espalda al reclamo y la lucha de la docencia universitaria y del movimiento estudiantil, siendo bien coherentes con su lógica de “esperar” a ganar las elecciones el año que viene. Sin embargo, lo cierto es que si llegaran a ganar, asumirían recién en diciembre del 2019.
A esa altura, el ajuste y el saqueo de hoy ya van a tener sus objetivos cumplidos: una “tierra arrasada”, con muchos más cierres de empresas y una desocupación multiplicada; pagos exorbitantes de la deuda externa a costa del trabajo, la salud y la educación de millones de personas; la mantención y profundización del sistema energético en manos del sector privado; el no cuestionamiento y la extensión del modelo sojero, exclusivamente agroexportador; y lógicamente, aumentos exponenciales de los beneficios y privilegios de los grandes empresarios.
Por eso, si el ajuste y el saqueo contra la clase trabajadora están ocurriendo ahora, la lucha también debe ser ahora. Ni mañana, ni pasado, ni el año que viene. La lucha es hoy. La excusa del “Hay 2019”es la garantía de la gobernabilidad que necesitan el macrismo y el FMI para llevar adelante sus políticas neoliberales, como la reforma jubilatoria y laboral. Así es como se le “hace el juego a la derecha”, en realidad.
¿Cuál es la salida?
Docentes, estudiantes y trabajadoras/es del Estado, del Astillero Río Santiago, de empresas privadas que cierran, suspenden o despiden, están luchando en todo el país contra el ajuste macrista y del “Fondo Monetario Internacional”. Todos ellos y todas ellas necesitan de nuestro apoyo, necesitan triunfar, rodeándolos de solidaridad e impulsando la coordinación de sus luchas, y exigiéndole a las centrales sindicales un Paro Nacional activo de 36 horas con un plan de lucha que culmine en la derrota a los ajustadores.
Pero, esta lucha no puede llevarse adelante con la perspectiva de que venga cualquier otro gobierno (“menos malo” o que sea un “mal menor”) cuya lógica sea seguir pagando la deuda externa, a costa de las necesidades del pueblo trabajador, y conservando intactas las ganancias de los empresarios.
Como bien plantea el “Partido de Trabajadores por el Socialismo / Frente de Izquierda y los Trabajadores” (PTS/FIT) se hace necesario levantar un programa anticapitalista que golpee -de manera estructural- todo aquello que garantiza la especulación, la fuga de capitales, la concentración de la riqueza en pocas manos, y el lucro privado a expensas del trabajo, la vida, la salud, la cultura, la vivienda, la educación y las necesidades de la clase trabajadora en su conjunto.
Un programa así, para imponerse, necesita que sea tomado por la organización democrática y la lucha masiva de las/os trabajadores/as, los sectores populares de las barriadas, el movimiento de mujeres y el movimiento estudiantil. Ya nada puede esperarse de los proyectos políticos del macrismo, el radicalismo y de todas las variantes del peronismo. La historia ha demostrado sus maneras de gobernar y para quiénes.
Frente a grandes crisis como la actual, se plantean profundas transformaciones. Levantando esta perspectiva, la izquierda de Nicolás Del Caño y Myriam Bregman tiene la coherencia y el desafío de estar en la primera fila de cada lucha, con el objetivo de aumentar los volúmenes de fuerza necesarios para que la clase trabajadora construya su propio partido político, y logre conquistar su propio gobierno.
Por Johana Gómez – Referente provincial del PTS – Frente de Izquierda