Sin posibilidad de mostrar números positivos en términos de «pobreza cero» ni inclusión ni desarrollo social o industrial, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, afirmó en la presentación del Presupuesto 2019 en la Cámara de Diputados que «converger hacia el equilibrio fiscal es uno de los objetivos centrales de la política económica» y se vanaglorió de que para el año próximo el Gobierno prevé “déficit cero”. El macrismo irá en busca de ese logro a fuerza de recortes en la obra pública, continuidad en la quita de subsidios, ajuste sobre las empresas públicas y la transferencia de funciones a las provincias. La contracara es la factura de intereses de deuda, cuyo incremento interanual es del 48,9 por ciento, hasta un total de casi 600 mil millones de pesos.
Una de las prendas de negociación del Gobierno para alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI, después de la firma del crédito en junio, fue el endurecimiento fiscal: de un déficit de 3,2 por ciento del PBI este año, al 2,2 por ciento en 2018 y 1,2 por ciento en 2020, el Ejecutivo presentó ahora un rojo de 2,7 por ciento estimado para este año, equilibrio fiscal el año que viene y un superávit del 1 por ciento en 2020.
El pago los intereses de la deuda queda al margen de esas restricciones. En 2019, la factura por ese concepto más que duplicará a todos los subsidios destinados a transporte y energía. Antes de la gestión Cambiemos, esa relación era sistemáticamente opuesta.
El rubro intereses de deuda, con la suba del 48,9 es por lejos el de mayor crecimiento del Presupuesto 2019. Por ejemplo, la suba del gasto primario es del 24,5 por ciento, impulsados por las prestaciones sociales (34,4 por ciento).
De acuerdo a los números expuestos por Dujovne en Diputados, la economía argentina cerraría este año con una caída del nivel de actividad del 2,4 por ciento y del 0,5 por ciento en 2019. La inflación acumulada en diciembre marcaría un 42 por ciento y un 23 por ciento para el mismo mes de 2019.
Dujovne defendió el endurecimiento de las metas fiscales. “Estos cambios implican un ahorro de cinco puntos del PBI, unos 25 mil millones de dólares de acá a 2020. Sabemos que la desaceleración de la actividad, la inestabilidad cambiaria y la inflación afectan negativamente la calidad de vida de la población. Sin embargo, creemos que la economía argentina exhibió una gran resiliencia –capacidad de soportar situaciones traumáticas– en este proceso de convergencia”.
Por el lado de los gastos, el Presupuesto oficial contempla una baja de las partidas destinadas a subsidios equivalente al 0,7 por ciento del PBI y la caída de 5 puntos porcentuales en el gasto de capital del Estado nacional. Dujovne también dijo que continuará “reduciendo el déficit operativo de empresas públicas que no son del rubro de transporte y energía junto a la baja de gastos en bienes y servicios no esenciales”.
El Estado nacional no hará contrataciones de empleados, ni cubrirá vacantes por retiros voluntarios o jubilaciones. Además, el coste de la tarifa social eléctrica y de los subsidios al transporte queda en manos de las provincias. Según Dujovne, subirían por encima de la inflación las partidas destinadas a la seguridad social, salud, transferencias a universidades y ciencia y técnica.
Por el lado de los ingresos, se posterga la reducción del impuesto a los débitos y créditos bancarios, se suspende la rebaja de las contribuciones patronales, se eliminan exenciones al impuesto a las Ganancias y se aplican retenciones a las exportaciones.