En 40 minutos exactos, el presidente Mauricio Macri dejó inaugurado el período 136 de sesiones del Congreso Nacional. Pero lo que no inauguró fue un nuevo estilo ni un nuevo contenido. Repitió como viene haciendo hace dos años las promesas de un futuro mejor, con crecimiento, desarrollo, inversiones y amor. Aseguró que “ya pasó lo peor” y que “el sueldo le ganó a la inflación”, que según dijo va a “seguir bajando”, después de que su gobierno provocara un salto a 40 puntos en 2016. Sin apoyarse demasiado en datos ni estadísticas, se inclinó por un discurso cargado de apelaciones emotivas. En cuanto a la agenda legislativa, se refirió a un puñado de proyectos, que pidió que sean tratados durante este año. Dos de ellos provenientes de la fallida reforma laboral: el blanqueo y la ampliación de las licencias por paternidad. También habló de una ley de “financiamiento productivo” y las reformas de los códigos Penal y Procesal Penal. Además, ratificó su rechazo a la legalización del aborto pero llamó al Congreso a dar un debate “maduro” y “responsable” sobre el tema. Sin hacer alusiones concretas criticó a los gremios docentes que discuten sus paritarias. El cierre contó con la más pura épica macrista: llamó a los legisladores oficialistas a sentir “el orgullo de pertenecer a la generación que está cambiando la Argentina para siempre”. Le respondieron entonando el clásico “sí, se puede”.
Acompañado por la vicepresidenta Gabriela Michetti; el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; y el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; Macri leyó buena parte de su discurso. Arrancó con un recuerdo a los tripulantes del submarino ARA San Juan, que el Gobierno ya dejó de buscar pese al reclamo de los familiares de continuar el rastrillaje. En ese momento, la diputada de kirchnerista, Araceli Ferreyra, le gritó desde su banca “búsquenlo, búsquenlo”. Fue prácticamente el único momento fuera de libreto. No hubo ninguna alusión, ni elíptica, al reclamo de soberanía por las Islas Malvinas ni al reclamo de Justicia por el atentado a la AMIA.
El inicio fue dedicado a elogiar sus “logros”. Ratificó el camino del “cambio con gradualismo” en contraposición a los sectores que le reclaman un ajuste todavía más brutal. Sobre el crecimiento récord de la deuda externa, se limitó a decir que “vamos a dejar de endeudarnos y van a llegar las inversiones” producto del cumplimiento de las metas fijadas por el equipo económico. “No podemos gastar más de lo que tenemos”, ratificó Macri su política de recortes en el gasto público. No evitó el tema de la inflación, aunque dibujó un panorama alentador. Remarcó que “está bajando” en comparación con años anteriores. Lejos de lo que señalan las propias estadísticas oficiales sobre el mercado laboral, que indican una precarización general y una caída del empleo industrial, Macri habló de 270 mil puestos de trabajo nuevos. También mencionó “récords” de turismo, cuando la balanza comercial del sector arrojaba a fines de noviembre de 2017 un déficit de 9 mil millones de dólares.
Durante un extenso pasaje, Macri se refirió a los beneficios de internet y de las facilidades que la conectividad significan para la calidad de vida cotidiana o para consultas de salud. Reprochó que “estamos atrasados respecto de otros países” en cuanto a la sanción de nueva ley de comunicaciones y tecnologías de la información, aunque omitió que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue derogada en su mayor parte por un decreto suyo de 2015 y que desde entonces está en mora con la promesa (ante organismos internacionales) de enviar una iniciativa al Congreso. Otro párrafo importante le dedicó a los parques nacionales y el uso del espacio público. Anunció que creará en Campo de Mayo, donde funcionó uno de los mayores centros clandestinos de detención durante la dictadura, “uno de los Parques Nacionales urbanos más grandes del mundo”. Las cámaras de televisión enfocaron en ese momento al ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman. Sonreía.
En su tramo más político, Macri reiteró (sin nombrarlo) su apoyo al policía Luis Chocobar, que disparó y mató por la espalda a un delincuente que escapaba tras un robo. “Queremos sentirnos cuidados, y para eso también tenemos que pensar en los que nos cuidan. Las mujeres y los hombres de nuestras fuerzas de seguridad se juegan la vida por nosotros y merecen todo nuestro respeto y admiración”, dijo y agregó que hay una “tensión entre democracia y seguridad”, que se resolvería “sin caer en la mano dura ni el abolicionismo”. La que esbozaba una ligera sonrisa era la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que lo escuchaba a pocos metros junto al resto del Gabinete nacional.
Sin demasiadas precisiones, habló de cifras récord de incautaciones de drogas y de baja en los índices del delito en los últimos dos años: cantidad de robos, un 11 por ciento, y homicidios, un 20. En ese marco adelantó que espera que “en unos pocos meses” la comisión creada por el Ministerio de Justicia para elaborar el anteproyecto de reforma del Código Penal le envíe su texto al Congreso. También que se trate un nuevo Código Procesal Penal, que durante el kirchnerismo fue reformado pero cuya aplicación fue suspendida mediante DNU.
Al momento de abordar los temas educativos, el Presidente se refirió a los malos resultados de la evaluación Aprender y pidió cambiar la legislación que impide que se publiquen los resultados por escuela. “No le tengamos miedo a la verdad. A lo que hay que temer es a la mentira, a que los chicos no terminen el colegio. No podemos hacer política con la educación de nuestros hijos. No podemos acordarnos de la educación sólo en el momento de las paritarias”, dijo, en alusión al conflicto que se produce en la mayoría de las provincias, donde los gremios docentes rechazaron por insuficientes los aumentos del 12 y el 15 por ciento, respectivamente.
Mientras en las bancas de la oposición, especialmente en las del Frente para la Victoria, el Movimiento Evita y el FIT, se veían los pañuelos verdes a favor de la despenalización del aborto, Macri volvió a pronunciarse “a favor de la vida”, eufemismo que utilizan los que están en contra para diferenciarse de las posturas a favor de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El Presidente habló de la importancia de la educación y de que trabajan en una “iniciativa integral” para que haya profesionales que acompañen y asesoren a los chicos en Educación Sexual, salud reproductiva y métodos anticonceptivos. En verdad, la ley de Educación Sexual Integral existe desde 2006 y desde la asunción de Macri decreció el presupuesto destinado al cumplimiento de sus programas. “También estoy a favor de los debates maduros y responsables. Por eso, vemos con agrado que el Congreso incluya este tema en su agenda de este año. Espero que se escuchen todas las voces y se tomen en cuenta todas las posturas”, afirmó sobre el aborto.
Con ese tema cerró los puntos principales de su discurso y dio paso a un tono épico. “Si pudimos avanzar en todas estas cosas; si pudimos sentarnos a dialogar; si pudimos evitar una crisis que se venía encima; si pudimos generar trabajo y empezar a reducir la pobreza; si pudimos asfaltar barrios enteros que estaban sumergidos en el barro; si pudimos pasar del aislamiento a la integración con el mundo; ¡imaginemos la cosas que vamos a poder en el futuro!”, arengó. Apeló a la metáfora del edificio y los cimientos “invisibles”, al “entusiasmo del hacer” y llamó a “ser protagonistas del futuro”. “Necesitamos de todos, unidos, porque siempre les digo, los argentinos unidos somos imparables”, remató Macri, ante una asamblea legislativa que lo escuchaba tranquila. Los legisladores de Cambiemos cerraron la ceremonia con el rezo macrista: “Sí se puede”.