Al salir con las yuntas
los criados de Pedro
el corral se dejaron
de par en par abierto.
Todos los pavipollos
tras la madre se fueron
aquí y allá picando
hasta el cercano otero.
Muy contenta la pava
decía a sus polluelos:
–Mirad hijos, el rastro
de un copioso hormiguero.
Comed, comed hormigas
y no tengáis recelo,
que yo también las como
y es un sabroso cebo.
¡Oh ¡qué días los nuestros
–decía la pava a su polluelos–,
–Si no hubiera en el mundo
crueles carniceros.
Los hombres nos devoran,
humean nuestros cuerpos
de nobles y plebeyos.
A cualquier fiestecilla
ha de haber pavos muertos.
¡Qué pocas Navidades
contaron mis abuelos!–
Mientras tanto una hormiga
se puso en salvamento
en un árbol vecino
y le gritó con denuedo.
–¡Hola!, ¿conque los hombres
son malos, perversos?
y ¿qué seréis lo pavos?
¡Ay de mí! ¡Ya lo veo!
A mis tristes parientes.
¡qué digo, a todo el pueblo,
los vais engullendo sólo por desayuno!–
Y no contestó la pava
por no saber un cuento
que era entonces del caso
y ahora viene a pelo:
–Un grano de centeno un gusano roía;
viéronle las hormigas:
¡qué gritos!, ¡qué aspavientos!.
–Aquí fue Troya–, dicen.
–¡Muere pícaro perro!–
Y ellas ¿qué hacían?. Nada:
robar todo el granero.

Hombres, pavos, hormigas según estos ejemplos, cada uno quiere aplicar la moral a su manera. Las faltas pequeñas de otros nos parecen transgresiones terriblemente graves. Pero las nuestras las minimizamos tanto que es una simple tontera…
Y muchas gracias por dejarme entrar didácticamente en su hogar, dado las conferencia de prensa de funcionarios de salud preocupados por la alta siniestralidad de motos que están viviendo en la ciudad de Villa Mercedes, en donde hasta se comparó a una epidemia. Hace años que venimos hablando en Clases de Manejo San Joseclic acá para seguirnos en Facebook-, estamos tratando con nuestras columnas, a que no suceda lo de la moraleja, que contamos en el inicio de este humilde aprendiz de columnista.
Jeremy Rifkin es autor de `El siglo de la biotecnología´, y en su brillante libro, lo cual recomendamos, nos muestra los nuevos avances en biotecnología, nanotecnología, ordenadores y cuestiones más esotéricas como la edad de nuestro universo, en los laboratorios de todo el mundo se ha ido desarrollando entre bastidores una historia más discreta, que tendrá un impacto más profundo en la percepción humana y en la comprensión del mundo que nos rodea. Y debido a que nuestras políticas no están solucionando y ahora se horrorizan vamos a dar conocer investigaciones sobre los animales. Lo que los investigadores están descubriendo resulta inquietante. Parece que muchas de estas criaturas son mucho más parecidas a nosotros de lo que habíamos imaginado. Sienten dolor, sufrimiento, y experimentan tensión, afecto, emoción e incluso amor. Por ejemplo, en los estudios sobre el comportamiento social de los cerdos realizados por la Universidad Purdue, de Estados Unidos, se ha descubierto que les encanta el cariño y se deprimen fácilmente si se les aísla o se les niega tiempo para jugar con los demás. La falta de estímulos mentales y físicos puede tener como consecuencia el deterioro de la salud y una mayor incidencia de diversas enfermedades. La Unión Europea se ha tomado estos estudios al pie de la letra y ha ilegalizado el uso de pocilgas que aíslan a los cerdos para 2012, ordenando que se sustituyan por pocilgas al aire libre. En Alemania, el Gobierno anima a los criadores de cerdos a dar a cada animal 20 segundos de contacto humano al día y a facilitarles dos o tres juguetes para evitar que luchen entre sí. Cualquier parecido a la realidad, es sólo mera coincidencia, qué juguetes nos da el Gobierno, piense, piense…
A verrrrr, que más nos cuenta Jeremy, revista Science donde se informaba de las aptitudes conceptuales de los cuervos de Nueva Caledonia. En experimentos controlados, los científicos de la Universidad de Oxford informaban de que se había dado a dos pájaros, de nombre Betty y Abel, la opción de utilizar dos herramientas, un alambre recto y otro en forma de gancho, para sacar un trozo de carne del interior de un tubo. Ambos eligieron el alambre en forma de gancho. Pero después, de repente, Abel, el macho dominante, robó el gancho de Betty, dejándola únicamente con el alambre recto. Sin inmutarse, Betty usó el pico para meter el alambre en una grieta y después doblarlo con el pico para hacer un gancho como el que le habían robado. A continuación sacó la comida del interior del tubo. Los investigadores repitieron el experimento 10 veces más, dándole sólo alambres rectos, y ella hizo el gancho nueve de las 10 veces, demostrando una compleja habilidad para crear herramientas.
También está Alex, el loro gris africano que era capaz de realizar a la perfección tareas que antes se pensaba que eran coto exclusivo de los humanos. Alex es capaz de identificar más de 40 objetos y siete colores, y puede juntar y separar objetos en categorías. Incluso es capaz de aprender conceptos abstractos como «mismo» o «distinto», y resolver problemas utilizando la información que se le facilita. Igualmente sorprendente es Koko, un gorila de 136 kilos al que se enseñó el lenguaje de los signos y que ha aprendido a la perfección más de mil signos y entiende varios miles de palabras en inglés. En los exámenes del cociente de inteligencia humano puntúa entre 70 y 95, con lo que se encuentra en la categoría de aprendizaje lento, pero no de retraso.
La fabricación de herramientas y el desarrollo de complejas aptitudes lingüísticas no son más que dos de los muchos atributos que creíamos que eran exclusivos de nuestra especie.
Y llegamos a la prueba definitiva de lo que distingue a los humanos de otras criaturas, los científicos creen desde hace mucho que el duelo por los muertos representa la verdadera línea divisoria. Otros animales no tienen sentido de su mortalidad y son incapaces de comprender el concepto de su propia muerte. Pero no es así necesariamente. Al parecer, los animales experimentan dolor. Muchas veces los elefantes se quedan varios días junto a sus parientes muertos, en silencio, tocándoles de vez en cuando el cuerpo con la trompa. El biólogo keniata Joyce Poole, que lleva 25 años estudiando al elefante africano, dice que el comportamiento de los elefantes hacia los muertos «me deja pocas dudas de que experimentan unas emociones y tienen un cierto entendimiento de la muerte».
Y nosotros tenemos un total desprecio a la muerte, en donde transgredimos constantemente todo tipos de normativas, recayendo en un síntoma enfermo que es la inseguridad vial, en donde la mayoría de los decesos son incidentes viales.
En conclusión, actualmente, Harvard y otras 25 facultades de Derecho sólo de Estados Unidos han introducido cursos sobre los derechos de los animales, y cada vez entran en el sistema de tribunales más casos representando los derechos de los animales. Alemania se convirtió hace poco en el primer Gobierno del mundo en garantizar los derechos de los animales en su Constitución.
Lo que queda claro es que los estudios actuales sobre las emociones, cognición y comportamiento animal abren una nueva fase en la trayectoria humana, en permitirnos ampliar y profundizar nuestra empatía, esta vez para incluir la comunidad más amplia de criaturas que viven junto a nosotros. Y empezáramos a preocupar por nuestro prójimo, el más cercano, familia, conciudadanos, aunque sea que el mismo respeto tengamos por nosotros mismos, en donde no le tiremos encima el auto a un ciclista, hiciéramos lo que todos haríamos, detener todo el tránsito, como decía mi abuela, y ayudáramos a un pobre perrito a resguardarlo de los peligros de una transitada semiautopista…
Sería muy bueno, que formáramos a nuestros niños en la empatía, se preocuparán por los demás, por lo que piensan, por lo que sientan, incluso que no naturalicen sus actos que perjudique a los demás.