“La ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro” -William Shakespeare-
En nuestra querida Provincia estamos observando hechos de ira, vinculados a los actores de seguridad vial, hechos que han terminado en graves delitos y para ello vamos viendo que los grandes problemas de la urbe ya transforman la coyuntura social.
Para graficarlo didácticamente recurramos al séptimo arte, en donde una genial película, nos muestra y nos pone en una escena la siguiente situación.
Un calor asfixiante y un atasco de tránsito, provocan que Bill Foster (Michael Douglas), explote psicológicamente y pierda el control por completo, algo que a algunos nos encantaría hacer en alguna ocasión.
Según las últimas investigaciones, examinan la influencia de las emociones en la conducción con el fin de determinar hasta qué punto pueden ser responsables de ocasionar accidentes de tránsito e identificar posibles soluciones a esta problemática. En Clases de Manejo San José –clic acá para visitarnos en Facebook– consideramos que se trata de una temática muy interesante y por ello les explicamos a continuación las principales conclusiones obtenidas en el estudio.
En el estudio han participado unos 1.000 voluntarios de diferentes localidades. Los participantes se sometieron a un test de evaluación de su respuesta emocional, su nivel de alerta, atención y conducta al volante. En definitiva, se examinaba su reacción fisiológica ante situaciones rutinarias de tránsito que, mal afrontadas, pueden derivar en accidentes.
La conclusión obtenida en el estudio es que el 40 % de los conductores se alteran con las incidencias del tránsito y un 24 % tiene una alta predisposición a reaccionar con violencia al volante. Es más, solo un 17 % de los conductores evaluados indican que son capaces de mantener inalterable su atención en todo momento.
Además, Cristina Esteban, profesora e investigadora del Instituto de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS), de la Universidad de Valencia, señala que son determinadas emociones (enfado, ira, irritación, agresión) las que influyen más directamente en la adopción de comportamientos inseguros y peligrosos al volante. Estas emociones son, por tanto, las que más se deben evitar con el fin de prevenir posibles accidentes de tránsito.
Este estudio no sólo examina la influencia de las emociones en la conducción, también analiza cuales son las situaciones que mayor estrés producen a los conductores y su relación con el número de sanciones de tránsito y partes de accidentes.
Los resultados del análisis llevado a cabo al respecto señalan que, por un lado, aquellos conductores que reaccionan con malestar o enfado ante las prisas, las retenciones o la presencia de vehículos lentos multiplican por 2,5 el número de sanciones recibidas y aumentan en un 30 % el número de partes de accidentes. Por otro lado, los conductores sin control emocional, aquellos competitivos, impacientes, perfeccionistas o intolerantes con los errores de los demás, multiplican por 5 el número de partes de accidentes y por 2 el de potenciales sanciones.
Estos datos revelan que para este tipo de conductores, la probabilidad de recibir un parte de accidente es de un 90 % durante los próximos dos años.
Tal y como señala, catedrático de Psicología de la Universidad Nacional de San Luis, el motivo por el que estos conductores son más propensos a estar implicados en accidentes de tránsito es que “la ira y las emociones vinculadas con la agresión son de una alta intensidad emocional y disminuyen el rendimiento y la capacidad de reacción del conductor en más de un 30 %”.
Estrés tóxico a la hora de manejar
El estudio que ahora resumimos establece qué tipo de situaciones son las que nos ponen los pelos de punta y nos llevan a situaciones de riesgo personal y ajeno, entre las que destacan: llevar un vehículo circulando detrás muy pegado (62 %), conducir con prisas (37 %), que un vehículo intente colarse (36 %) y los atascos (35 %).
No obstante, la actuación al volante no solo depende de las situaciones y contexto de nuestras rutas y calles, a las que se enfrentan los conductores, sino que viene determinada por el propio conductor y sus valores, creencias y estilos de vida. Es decir, “conducimos como vivimos”.
Por eso, aunque no podemos controlar el sentimiento que nos provoca cada situación, es posible controlar nuestra reacción emocional. Por otro lado sugerimos que de los profesionales consultados, surge que todos sugieren ciertas acciones que los conductores pueden poner en práctica para hacer frente de forma adecuada a una situación de estrés al volante. Estas acciones incluyen: reducir la magnitud de la situación que te haga enfadar y afrontarla con humor, esperar unos segundos antes de reaccionar, o relativizar la situación comparándola con momentos peores y combatir la ira con empatía hacia el otro conductor.
En este sentido, debemos cambiar el enfoque de las situaciones para ayudarnos a modificar nuestra forma de conducir, pudiendo sustituir una reacción violenta por una actitud responsable al volante.
En conclusión, desde Clases de Manejo San José valoramos como muy positiva la contribución realizada por este estudio sobre los factores que inciden en la práctica de una conducción segura. Queremos además hacer hincapié en la necesidad de afrontar las situaciones de ira con paciencia y empatía con el fin de reducir los potenciales riesgos asociados, asumidos a diario y evitar que puedan resultar en accidentes de tránsito, o en lo que es peor terminar en la cárcel por una situación que se nos fue de las manos. Al final, los perjudicados somos nosotros, aunque hayan sido otros los que nos “sacaron de nuestras casillas”.